Defensa Budista de la lucha contra la Impunidad
Por
el Maestro Budista Maitreya
En
la apertura del Camino de la Espiritualidad, hace dos mil seiscientos años
atrás, Siddharta Gautama hizo un llamado a los tres pilares del Discurso
Analítico-Existencial-Libertario (Buddha-Dharma-Sangha) para luchar
pacíficamente por un mundo mejor. Esto requiere que el Derecho Budista termine
con la impunidad, la cual es la ausencia de Justicia y Verdad. Por ello, el
Maitriyana es responsable de oír el reclamo de la sociedad para intentar urgentemente
la transformación de la realidad. Esta metapolítica del Derecho Budista hace
frente a la impunidad de los poderes del Estado y la religión, promoviendo un
proceso jurídico con un Propósito (Dharma) claro y una sentencia ética. El
maestro espiritual asegura que el primer paso de esta vía de Justicia Superior
es la investigación de lo Real, porque sin este proceso investigativo no hay
Verdad. En efecto, el Maitriyana trabaja para avanzar en la creación de un
cuerpo planetario de política judicial,
revalorizando el rol del Derecho Internacional y los Derechos Humanos en los
procesos políticos del futuro, pero siempre en sintonía con procesos
democráticos de debate popular. En el Derecho Budista se considera a la
meditación libertaria como un laboratorio donde se puede probar hipótesis para
la construcción de una nueva civilización, pues la experiencia contemplativa es
el laboratorio de la ciencia jurídica del Maitriyana. Aunque los poderes del
Estado no cooperan para eficazmente llevar Justicia y Verdad al pueblo, la
corte del Derecho Budista hace un llamado para terminar con la impunidad del
Poder político, económico y cultural, buscando debilitar a las instituciones
que desarrollan el mal y el engaño en el mundo. El Ser Libre e Iluminado
(Arhat-Bodhisattva) señala que todo sujeto tiene derecho a un resultado justo,
motivo por el cual los tribunales del Maitriyana ayudan a que los pobres y
oprimidos puedan obtener la Cura (Nirvana) del sufrimiento, ayudando a que
disfruten de la vida a través de la defensa de sus derechos esenciales. En este
sentido, el Derecho Budista es la máxima encarnación de la lucha contra la
impunidad, la cual no necesariamente es la falta de una pena de prisión o
aplicación de una pena económica, sino que más bien es el intento del Poder para
intentar ocultar la Verdad de los hechos, demostrando la insensibilidad del
Estado y de la religión ante la frustración (dukkha) de las víctimas.
En
la vía de la lucha contra la impunidad, el Maitriyana destaca la iniciativa de
la comuna espiritual (sangha) que hace milenios creó un comité de ética para combatir la guerra, la corrupción, la prostitución, el encubrimiento y el narcotráfico,
enseñándole al aprendiz a purificar su mente de estos males sociales. Así, el
Derecho Budista considera de forma muy cercana a cuestiones como la Paz, la
Justicia, la Educación y la Ecología, adoptando un enfoque integral para
solucionar los conflictos. El maestro espiritual llama a cambiar la perspectiva
de vida de toda la humanidad, dirigiendo la mayor parte de sus recursos a
luchar contra la codicia, el odio y el engaño. El Maitriyana indica que la
civilización entera necesita un cambio de dirección, abandonando la ruta de la
impunidad y la mentira del Estado para avanzar hacia el camino de la Justicia y
la Verdad del pueblo.
El
Derecho Budista analiza la relación del Estado y la religión, declarando que
ambos conforman un Poder intrínsecamente impune. Tanto los Poderes estatales
(ejecutivo, legislativo y judicial) como Poderes fácticos (corporativo,
mediático y eclesiástico) no conducen al Camino de la Verdad, la Justicia y la
Reconciliación. En cambio, el Maitriyana sólo piensa y trabaja en el aquí y
ahora como un contrapoder que diseña un mundo mejor. De este modo, la sentencia
ética de un maestro espiritual nunca es condescendiente con respecto a los
poderosos del pasado y presente, sino que es estructuralmente crítica a partir
de su proyección hacia el futuro. El desarrollo del Derecho Budista es un
acontecimiento trascendente en la historia, pues permite el análisis del
malfuncionamiento e impunidad de los Poderes del Estado y la religión,
considerando fundamental ayudar a la Salvación y Evolución de la humanidad a
través de sentencias éticas que brindan el marco socialista libertario de la
civilización del futuro. Además, el Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva)
manifiesta claramente que su Propósito (Dharma) es cuidar del pueblo, por lo
que el Maitriyana tiene una función metapolítica de Contrapoder Jurídico que llama a proteger los derechos humanos y
los derechos medioambientales, incluso cuando los que violan estos derechos son
poderosos gobernantes o líderes religiosos. Ciertamente, la metapolítica
jurídica del Derecho Budista se ocupa del bien general, transmitiendo una
visión de la sociedad que hace renacer su dignidad inherente que es provista
por la naturaleza dhármica. Aunque el maestro espiritual no tiene el deber y la
función de gobernar el mundo, el activismo jurídico del Maitriyana pone límites
a la impunidad, protegiendo los derechos del pueblo incluso con el costo de
arriesgar la propia vida. Mientras que los gobernantes y los Papas se ocupan
ambos de acumular Poder y dinero, por otro lado, el Ser Libre e Iluminado
(Arhat-Bodhisattva) se dirige a la humanidad a través de un sendero de humildad
y desapego, dedicándose a hablar siempre con sabiduría compasiva
(prajña-karuna), pues su máxima preocupación es el futuro adecuado de la
humanidad y de la Madre Tierra (Gaia). Esta es la función milenaria que el
Derecho Budista se anima a desempeñar contra a la impunidad, protegiendo
éticamente a las víctimas por medio de la comprensión de la Libertad, Igualdad
y Fraternidad.
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