CASO 36-2017: Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar)
& Su Eminencia Cardenal Charles Maung Bo
SENTENCIA ÉTICA
Estimados Fiscal, Defensor Público, Embajador y
Miembros del Jurado del Comité
Internacional de Ética Budista (CIEB) y Tribunal Budista de Derechos Humanos (TBDH), respecto del Caso 36-2017
contra “Arquidiócesis
Católica de Yangon (Myanmar) & Su Eminencia Cardenal
Charles
Maung Bo”, por
medio de la presente, en el día 27 de Noviembre de 2017, se deja constancia de
que se ha concluido el juicio para analizar la violación a los Derechos Humanos
y la Ética Budista realizada por el acusado. Este Caso ha sido llevado a cabo
como consecuencia de “Caso Ashin Wirathu”, el “Caso Myanmar” y el “Caso State Sangha Maha Nayaka Committee”.
Luego del análisis de la presentación del Caso y la
validación de pruebas, se ha procedido con la votación de 6 miembros del Jurado,
confirmándose que todos han votado Responsable
a “Arquidiócesis Católica
de Yangon (Myanmar) & Su Eminencia Cardenal Charles Maung Bo” por los graves delitos de Complicidad
con el Genocidio, Limpieza Étnica y Crímenes contra la Humanidad, Complicidad
con Crímenes contra la Paz y Fraude Espiritual.
A pesar de que el grupo “Arquidiócesis Católica de Yangon
(Myanmar)” y su líder “Cardenal Charles Maung Bo” han sido testigos directos de genocidio, limpieza étnica y
crímenes contra la humanidad realizados por el gobierno de Myanmar, han
decidido apoyar pública y reiteradamente a dicho gobierno criminal y
dictatorial, lo cual constituye un acto de Complicidad en graves violaciones a
los derechos humanos. Además, el grupo “Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar)” y su líder “Cardenal
Charles
Maung Bo” han llegado a atreverse
a revalidar estos crímenes por medio de la utilización de conceptos budistas,
lo cual constituye un Fraude Espiritual, usurpando
ilegalmente la Espiritualidad Budista para avalar éticamente a un gobierno
criminal y genocida, lo cual también implica una traición absoluta a las
enseñanzas del Maestro Jesús de Nazaret. De este modo, el Tribunal Budista de Derechos Humanos declara que el grupo “Arquidiócesis
Católica de Yangon (Myanmar)” y su líder “Cardenal Charles Maung Bo” son un movimiento espurio, inmoral e ilegal,
dedicándose más bien a la política en lugar de dedicarse a realizar enseñanzas
espirituales y guías éticas o humanitarias. Así, el Tribunal Budista de Derechos Humanos ha implementado la
jurisprudencia utilizada en el “Caso
ISIS”, “Caso State Sangha Maha Nayaka Committee”, “Caso Tribunal Eclesiástico
Nacional” y “Caso Aum Shinrikyo &
Aleph”, denunciando como ilegales a movimientos supuestamente religiosos
que se dedican a avalar crímenes internacionales.
Por otra parte, a raíz de la solicitud pública
realizada por el grupo “Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar)” y su líder “Cardenal
Charles
Maung Bo”, el
hecho de que la reciente visita del Papa Francisco I a Myanmar haya ocurrido en
un clima de aceptación a no mencionar la palabra “Rohingya”, además de aceptar
reunirse en privado con el líder militar genocida Ming
Aung Hlaing implica un fuerte respaldo ético a la dictadura cívico-militar de Myanmar
liderada por Aung San Suu Kyi. En lugar de denunciar al terrible genocidio,
limpieza étnica y crímenes contra la humanidad realizados en Myanmar,
en lugar de solicitar la intervención internacional urgente, la “Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar)” y su líder “Cardenal
Charles
Maung Bo” han decidido
brindar apoyo moral y público a un gobierno genocida que está cometiendo los
peores crímenes internacionales contra hombres, mujeres y niños indefensos,
requiriendo además que el Vaticano conceda un silencio omisivo ante el genocidio.
De hecho, estos actos de silencio omisivo e incluso complicidad por parte de
las más altas esferas del Poder Católico se han podido analizar en otros Casos
sentenciados por el Tribunal Budista de Derechos Humanos, como el “Caso Argentina” y el “Caso Venezuela”, donde el Vaticano ha
sostenido y legitimizado a gobiernos criminales. Sin embargo, en esta
oportunidad, la complicidad es tan grave como la relación que mantuvo el Poder
Católico con el Imperio del Nazismo. La visita a Myanmar por parte del Papa
Francisco I en un clima de silencio ante el Holocausto
Rohingya, visitando al líder de facto Aung
San Suu Kyi, al jefe de las fuerzas armadas Ming Aung Hlaing e incluso al State Sangha Maha Nayaka Committee,
resulta de una gravedad tan profunda como si el Papa hubiese visitado a Adolf
Hitler, a Heinrich Himmler y al escuadrón SS del Nazismo simultáneamente
accediendo a no mencionar la palabra “judío” mientras ocurría el genocidio. De
hecho, el silencio del Papa Pío XII durante el Nazismo, omitiendo denunciar el
exterminio contra el Pueblo Judío, ha sido una de los episodios más vergonzosos
en la historia de la Cristiandad. Este nuevo silencio ante el genocidio del
Pueblo Rohingya constituye una nueva demostración de la inmoralidad e
hipocresía de las más altas esferas del Poder Católico Vaticano.
La Comunidad Maitriyana le ofrece al acusado “Arquidiócesis
Católica de Yangon (Myanmar)” y su líder “Cardenal Charles Maung Bo” esta Sentencia Ética como modo de enseñanza sobre
cómo se comporta verdaderamente una Espiritualidad
Recta y Adecuada (Samma-Sasana), lo cual claramente no es practicado por el
alto Poder Católico mundial, realizando silencios cómplices ante abusos sexuales
y asesinatos a menores de edad. Los miembros de este grupo religioso deben
aprender rápidamente que es muy sencillo denunciar los genocidios 50 o 100 años
después de que han ocurrido. Los genocidios, las limpiezas étnicas y los
crímenes contra la humanidad deben ser denunciados mientras ocurren, intentando
que la humanidad deje de hacer el mal, comience a hacer el bien y purifique su
mente. Esa es la enseñanza de todos los Seres Despiertos y Salvadores
(Buddhas-Cristos), tal y como se enseña en el Dhammapada. La tarea mesiánica de
los Seres Libres e Iluminados (Arhats-Bodhisattvas) es comprometerse
inquebrantablemente con la Salvación de todos los seres sintientes, nunca
pactando silencio con los poderes políticos de turno. Un genuino maestro
espiritual debe estar dispuesto a autosacrificarse por la Verdad, estando
dispuesto incluso a ser aniquilado por denunciar a los males del mundo, tal y
como lo hizo el Maestro Jesús, quien comprendió perfectamente que la expresión
de lo divino es la Compasión y la Justicia.
Debido a que la solicitud presentada ante el Papa
Francisco I para que no mencione la palabra “Rohingya” ha sido realizada tanto
por la “Arquidiócesis
Católica de Yangon (Myanmar)” y su líder “Cardenal Charles Maung Bo” como también por la CATHOLIC BISHOPS' CONFERENCE OF MYANMAR (CBCM), esto demuestra que
el presente Caso no se trata de un mero error individual sino que más bien
expresa una política institucional de Complicidad
con el Genocidio, Limpieza Étnica y Crímenes contra la Humanidad, Complicidad
con Crímenes contra la Paz y Fraude Espiritual.
Además, se recuerda que el silencio cómplice que se mantiene con respecto al
genocidio del Pueblo Rohingya por parte del Estado de Myanmar, bajo la excusa
de que eso pondría en peligro a las minorías cristianas del país, tiene la
misma excusa que el silencio cómplice del Papa Pío XII durante el genocidio del
Pueblo Judío por parte del Imperio Nazi, con el cual incluso se llegó a firmar
un concordato o pacto internacional
de apoyo. Ante este tipo de políticas cómplices de graves violaciones a los
derechos humanos por parte del Poder Católico, se recuerda que el Maestro Jesús
nunca pactó con los poderes políticos y económicos de su época.
El Tribunal Budista
de Derechos Humanos concuerda con el
padre Bernardo Cervellera en que detrás del genocidio y limpieza étnica contra
el Pueblo Rohingya se encuentran poderosos intereses económicos, ya que en las
zonas donde vive este pueblo perseguido no sólo existen muchos recursos
naturales valiosos, sino que además sería la zona por donde pasaría un
oleoducto para transportar petróleo a China. Por ello, detrás de estos
terribles crímenes contra la humanidad no existe un mero odio religioso hacia
minorías musulmanes, sino que más bien existen poderosos intereses políticos y
económicos para beneficiar a las elites militares nacionales e internacionales.
En este sentido, realizar visitas papales al gobierno genocida de Myanmar y a
sus líderes cívico-militares Aung San Suu Kyi y Ming Aung Hlaing en un marco de
silencio omisivo ante violaciones a los derechos humanos es una señal de
cercanía con los poderes corruptos y una señal de la muerte de la esperanza
para las cientos de miles de víctimas que sufren limpieza étnica, asesinatos
masivos y abusos sexuales de forma sistemática y generalizada. El Tribunal Budista
de Derechos Humanos coincide con el
Sacerdote Reese, comisionado del U.S. Commission on International Religious Freedom, en que el silencio del Papa Francisco I ante la
persecución contra el Pueblo Rohingya lo hace perder credibilidad moral. El Tribunal
Budista de Derechos Humanos establece que aquellos que pretenden ser la brújula moral del mundo deben tener
purificada la mente, la palabra y la acción, desarrollando la misión de los
grandes campeones de la Paz (Shalom).
No obstante, en caso de que aquellos que poseen poder mundano simplemente
transmitan discursos bonitos pero que no condicen con sus acciones, entonces
serán parte de los males del mundo, siendo genuinos representantes de la
codicia, el odio y el engaño.
El Maitriyana concuerda con el Cristianismo Verdadero
en que lo divino requiere al sujeto que actúe
justamente y ame misericordiosamente mientras
se transita con humildad por el
Camino (Miqueas 6:8). Esto significa que el Derecho Budista, al igual que los
profetas y el Maestro Jesús, enseña el mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo (Mateo 22:39). Por ello, el
Maitriyana y el Cristianismo Verdadero conforman un Camino en el cual la
justicia y el amor se unen. El Derecho Budista no considera que la justicia y
el amor sean valores y objetivos opuestos, pues sus sentencias son cálidas y
misericordiosas. De esta manera, el Maitriyana y el Cristianismo Verdadero se
diferencian de los grupos religiosos que consideran al amor de forma
sentimental y que se muestran indiferentes ante el mal comportamiento. El
Derecho Budista ofrece una visión de sabiduría con compasión, una visión
justicia con misericordia, la cual es la parte fundamental de lo divino. En
efecto, el Maitriyana y el Cristianismo Verdadero concuerdan en que lo divino
es la experiencia de un juez recto
(Salmo 7:7, 2 Timoteo 4:8) y simultáneamente es la experiencia del amor (1 Juan 4:8), estando ambas sintetizadas
en la experiencia del Despertar (Bodhi), como mostró el Maestro Gautama en el árbol, pero también estando sintetizadas
en la experiencia del autosacrificio, como mostró el Maestro Jesús en la cruz. En consecuencia, el Derecho
Budista es un sistema donde se busca la reconciliación entre víctimas y
agresores, construyendo una comunidad de amor y justicia restaurativa, los
cuales son elementos integrales de lo divino e incluso el Propósito (Dharma)
sagrado de la vida. Sólo por medio de este principio y práctica de unidad entre
justicia y amor es que las heridas pueden ser sanadas realmente. El Maitriyana
y el Cristianismo Verdadero buscan que se juzgue
rectamente al mundo, que se gobierne a los pueblos con justicia, y que se
brinde refugio a los oprimidos (Salmo
9:7-9). Sin embargo, las cortes estatales no suelen impartir una justicia que
trate de forma justa a las personas, pues las cortes estatales suelen
discriminar y brindar impunidad a los ricos y poderosos. Por ello, es
totalmente necesario el Derecho Budista para mantener pura a la práctica de la
justicia, que realmente es la práctica del amor. El Maitriyana y el
Cristianismo Verdadero denuncian a las injusticias, buscando que las cortes no perviertan
a la justicia por medio de favoritismos a los ricos o parcialidades a los
pobres (Levítico 19:15), debiéndose desarrollar relaciones justas, buenas e
íntegras. Así, la unidad de justicia y el amor es lo que el Maitriyana y el
Cristianismo Verdadero denominan como Paz
(Shalom), que no es la ausencia de conflicto sino más bien la presencia de
bienestar y plenitud espiritual. La Justicia y el Amor que promueve el Derecho
Budista son tanto la base como el producto de esta Paz (Shalom) sagrada, buscando que toda la humanidad erradique el
mal, instale el bien y purifique su interior. Sin embargo, el Maitriyana y el
Cristianismo Verdadero afirman que la naturaleza intrínseca de la humanidad es
la bondad, por lo que la justicia y el amor no hacen más que expresar la
naturaleza divina o Propósito (Dharma) del Ser, logrando el bienestar
espiritual y la paz restaurativa en las relaciones entre la humanidad y la
totalidad. El Derecho Budista no se trata entonces de simplemente seguir reglas
y realizar castigos, sino que más bien se trata de transmitir el conocimiento
del amor compasivo, el cual es la
experiencia de lo divino (Salmo 103:8, 1 Juan 4:8). Esta experiencia del amor
no tiene ningún paralelo con los sentimientos o emociones ordinarias, siendo
más bien una práctica de amor hacia la
rectitud y la justicia (Salmo 33:5). El Maitriyana y el Cristianismo
Verdadero buscan crear un mundo de amor y justicia donde los pueblos resuelvan
sus conflictos de forma armónica y no-violenta, evolucionando por medio del
apoyo mutuo y la interexistencia. Únicamente por medio de esta sabiduría
compasiva (prajña-karuna) que une justicia y amor es que la humanidad podrá
evanescer los males del mundo y alcanzar la Ascensión hacia el Reino de la
Rectitud en la Tierra. No obstante, sin Despertar ni Autosacrificio, tal y como
enseñaron los Maestros Gautama y Jesús, nunca habrá justicia ni amor, sino que
sólo existirán meras leyes y sentimientos. El poder reconciliador del Derecho
Budista es que reconoce la Verdad de las víctimas y simultáneamente ofrece
oportunidad de redención a los agresores. Los maestros espirituales Gautama y
Jesús mostraron que el mundo puede ser salvado cuando se unen la justicia y el
amor, transformando la relación que la humanidad tiene tanto consigo misma como
con el resto del Cosmos. El Maitriyana y el Cristianismo Verdadero tienen este
fascinante poder de reconciliación y justicia restaurativa, mostrando que en
realidad la humanidad nunca se fue del Edén,
sino que más bien olvidó que la Madre Tierra es el genuino paraíso. De este
modo, la Vía Única de Liberación y Salvación siempre acontece en el aquí y
ahora, nunca en una existencia metafísica, realizando la Verdad de la vida por
medio de la contemplación activa, la sabiduría compasiva y la ética
humanitaria. Este Camino transforma espiritualmente el mundo interno y externo,
permitiendo la unidad entre el sujeto y el prójimo. En definitiva, no existe
transformación sin Verdad y Justicia, pero tampoco existe Justicia verdadera
sin altruismo y amor, buscando la prevención de los conflictos y la
restauración de la salud y Paz (Shalom). El Derecho Budista es un servicio
esperanzador porque utiliza la mediación, la conciliación y la justicia
restaurativa, en lugar de creer que la justicia puede ser alcanzada por medio
de penas de prisión o penas económicas. El Maitriyana y el Cristianismo
Verdadero insisten en que las cortes judiciales deben ser humanistas y
restaurativas, buscando la reintegración y reconciliación en lugar del castigo
y la marginación.
Por otra parte, el Derecho Budista coincide con el
Islam en que la justicia es una precondición para la existencia de la sociedad,
motivo por el que se prioriza una visión de la justicia social, la gobernanza
ética e incluso la justicia ética, buscando virtuosamente armonizar la lucha
entre fuerzas opuestas que residen en el mundo psíquico y social. Para el
Maitriyana, la justicia verdadera es la realización de la libertad, igualdad y
fraternidad, buscando moderar los excesos por medio de la ética del Camino
Medio, tal y como enseñaron Gautama y Allameh Tabatabaei. El Derecho Budista
muestra la Vía Recta hacia el desarrollo espiritual por medio de la generosidad
y la justicia, denunciando en todo momento la corrupción, la ilegalidad y la
opresión. El Maitriyana considera que la base de la justicia son los derechos
humanos, posicionando a los maestros espirituales como árbitros y líderes
éticos verdaderos para poder determinar si los pueblos están comportándose
legal o inmoralmente. El Derecho Budista considera que la justicia no sólo es
importante para formar una sociedad recta y distributiva sino que también es un
pilar fundamental para la supervivencia y salvación de la humanidad. Sin
embargo, la justicia siempre se pervertirá sin altruismo, benevolencia y
generosidad en todo momento y lugar.
En conclusión, el Tribunal
Budista de Derechos Humanos tiene el Propósito (Dharma) de corregir a los
movimientos religiosos por medio de la Espiritualidad Verdadera, lo cual
implica una crítica directa a los grupos católicos que apoyan directa o
indirectamente a la violencia, como los asesinatos y los abusos contra niños.
Por lo tanto, se establece que la “Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar) & Su Eminencia
Cardenal Charles
Maung Bo” ha violado a los
derechos humanos y a las enseñanzas de los maestros Gautama y Jesús por medio
del apoyo a un gobierno dictatorial y genocida que representa uno de los
mayores males en la historia de la humanidad, pues el Estado de Myanmar está
realizando los peores crímenes internacionales y también está destruyendo al
Patrimonio Cultural Budista. Indudablemente, los altos cargos religiosos del
Catolicismo deben ser líderes éticos y nunca encubridores que apoyen o avalen
delitos contra la sacralidad de la vida humana. El Reino de la Rectitud en la Tierra sólo acontecerá por medio de la
Paz (Shalom), y nunca por medio del silencio cómplice con los abusos sexuales y
los asesinatos de bebés y niños. Por ello, el Tribunal Budista de Derechos Humanos practica la contemplación, la
sabiduría y la ética para poder crear un mundo de compasión. De esta manera, el
Caso sobre “Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar) & Su Eminencia
Cardenal Charles
Maung Bo” constituye una
gran enseñanza para que los católicos dejen de hacer el mal, empiecen a hacer
el bien y purifiquen su mente por medio de la fuerza divina de la Justicia y el
Amor, en lugar de que predomine los oscuros intereses políticos y económicos.
Siguiendo a los maestros Gautama y Jesús, quienes desarrollaron
un Camino de Amor y Justicia que puede
atravesar cualquier Holocausto con dignidad y rectitud, el Tribunal Budista de Derechos Humanos supervisa que las religiones no
atenten contra la ética y los derechos humanos, nunca traicionando a la
Sabiduría Compasiva de lo divino, por lo que se ha sentenciado a la “Arquidiócesis
Católica de Yangon (Myanmar) & Su Eminencia Cardenal
Charles
Maung Bo” como Responsable de Complicidad
con el Genocidio, Limpieza Étnica y Crímenes contra la Humanidad, Complicidad
con Crímenes contra la Paz y Fraude Espiritual.
Con espíritu de reconciliación (maitri),
Maestro Maitreya Samyaksambuddha
Presidente y Juez Espiritual del Tribunal Budista de Derechos Humanos
No hay comentarios:
Publicar un comentario