Justicia Verdadera

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sábado, 2 de diciembre de 2017

Sentencia del Caso "Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar) & Su Eminencia Cardenal Charles Maung Bo"


CASO 36-2017: Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar) & Su Eminencia Cardenal Charles Maung Bo
SENTENCIA ÉTICA
Estimados Fiscal, Defensor Público, Embajador y Miembros del Jurado del Comité Internacional de Ética Budista (CIEB) y Tribunal Budista de Derechos Humanos (TBDH), respecto del Caso 36-2017 contra Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar) & Su Eminencia Cardenal Charles Maung Bo, por medio de la presente, en el día 27 de Noviembre de 2017, se deja constancia de que se ha concluido el juicio para analizar la violación a los Derechos Humanos y la Ética Budista realizada por el acusado. Este Caso ha sido llevado a cabo como consecuencia de Caso Ashin Wirathu”, el “Caso Myanmar” y el “Caso State Sangha Maha Nayaka Committee”.
Luego del análisis de la presentación del Caso y la validación de pruebas, se ha procedido con la votación de 6 miembros del Jurado, confirmándose que todos han votado Responsable a Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar) & Su Eminencia Cardenal Charles Maung Bopor los graves delitos de Complicidad con el Genocidio, Limpieza Étnica y Crímenes contra la Humanidad, Complicidad con Crímenes contra la Paz y Fraude Espiritual.
A pesar de que el grupo Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar)y su líder Cardenal Charles Maung Bohan sido testigos directos de genocidio, limpieza étnica y crímenes contra la humanidad realizados por el gobierno de Myanmar, han decidido apoyar pública y reiteradamente a dicho gobierno criminal y dictatorial, lo cual constituye un acto de Complicidad en graves violaciones a los derechos humanos. Además, el grupo Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar)y su líder Cardenal Charles Maung Bohan llegado a atreverse a revalidar estos crímenes por medio de la utilización de conceptos budistas, lo cual constituye un Fraude Espiritual, usurpando ilegalmente la Espiritualidad Budista para avalar éticamente a un gobierno criminal y genocida, lo cual también implica una traición absoluta a las enseñanzas del Maestro Jesús de Nazaret. De este modo, el Tribunal Budista de Derechos Humanos declara que el grupo Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar)y su líder Cardenal Charles Maung Boson un movimiento espurio, inmoral e ilegal, dedicándose más bien a la política en lugar de dedicarse a realizar enseñanzas espirituales y guías éticas o humanitarias. Así, el Tribunal Budista de Derechos Humanos ha implementado la jurisprudencia utilizada en el “Caso ISIS”, “Caso State Sangha Maha Nayaka Committee”, “Caso Tribunal Eclesiástico Nacional” y “Caso Aum Shinrikyo & Aleph”, denunciando como ilegales a movimientos supuestamente religiosos que se dedican a avalar crímenes internacionales.
Por otra parte, a raíz de la solicitud pública realizada por el grupo Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar)y su líder Cardenal Charles Maung Bo”, el hecho de que la reciente visita del Papa Francisco I a Myanmar haya ocurrido en un clima de aceptación a no mencionar la palabra “Rohingya”, además de aceptar reunirse en privado con el líder militar genocida Ming Aung Hlaing implica un fuerte respaldo ético a la dictadura cívico-militar de Myanmar liderada por Aung San Suu Kyi. En lugar de denunciar al terrible genocidio, limpieza étnica y crímenes contra la humanidad realizados en Myanmar, en lugar de solicitar la intervención internacional urgente, la Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar)y su líder Cardenal Charles Maung Bo han decidido brindar apoyo moral y público a un gobierno genocida que está cometiendo los peores crímenes internacionales contra hombres, mujeres y niños indefensos, requiriendo además que el Vaticano conceda un silencio omisivo ante el genocidio. De hecho, estos actos de silencio omisivo e incluso complicidad por parte de las más altas esferas del Poder Católico se han podido analizar en otros Casos sentenciados por el Tribunal Budista de Derechos Humanos, como el “Caso Argentina” y el “Caso Venezuela”, donde el Vaticano ha sostenido y legitimizado a gobiernos criminales. Sin embargo, en esta oportunidad, la complicidad es tan grave como la relación que mantuvo el Poder Católico con el Imperio del Nazismo. La visita a Myanmar por parte del Papa Francisco I en un clima de silencio ante el Holocausto Rohingya, visitando al líder de facto Aung San Suu Kyi, al jefe de las fuerzas armadas Ming Aung Hlaing e incluso al State Sangha Maha Nayaka Committee, resulta de una gravedad tan profunda como si el Papa hubiese visitado a Adolf Hitler, a Heinrich Himmler y al escuadrón SS del Nazismo simultáneamente accediendo a no mencionar la palabra “judío” mientras ocurría el genocidio. De hecho, el silencio del Papa Pío XII durante el Nazismo, omitiendo denunciar el exterminio contra el Pueblo Judío, ha sido una de los episodios más vergonzosos en la historia de la Cristiandad. Este nuevo silencio ante el genocidio del Pueblo Rohingya constituye una nueva demostración de la inmoralidad e hipocresía de las más altas esferas del Poder Católico Vaticano.
La Comunidad Maitriyana le ofrece al acusado Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar)y su líder Cardenal Charles Maung Bo esta Sentencia Ética como modo de enseñanza sobre cómo se comporta verdaderamente una Espiritualidad Recta y Adecuada (Samma-Sasana), lo cual claramente no es practicado por el alto Poder Católico mundial, realizando silencios cómplices ante abusos sexuales y asesinatos a menores de edad. Los miembros de este grupo religioso deben aprender rápidamente que es muy sencillo denunciar los genocidios 50 o 100 años después de que han ocurrido. Los genocidios, las limpiezas étnicas y los crímenes contra la humanidad deben ser denunciados mientras ocurren, intentando que la humanidad deje de hacer el mal, comience a hacer el bien y purifique su mente. Esa es la enseñanza de todos los Seres Despiertos y Salvadores (Buddhas-Cristos), tal y como se enseña en el Dhammapada. La tarea mesiánica de los Seres Libres e Iluminados (Arhats-Bodhisattvas) es comprometerse inquebrantablemente con la Salvación de todos los seres sintientes, nunca pactando silencio con los poderes políticos de turno. Un genuino maestro espiritual debe estar dispuesto a autosacrificarse por la Verdad, estando dispuesto incluso a ser aniquilado por denunciar a los males del mundo, tal y como lo hizo el Maestro Jesús, quien comprendió perfectamente que la expresión de lo divino es la Compasión y la Justicia.
Debido a que la solicitud presentada ante el Papa Francisco I para que no mencione la palabra “Rohingya” ha sido realizada tanto por la Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar)y su líder Cardenal Charles Maung Bocomo también por la CATHOLIC BISHOPS' CONFERENCE OF MYANMAR (CBCM), esto demuestra que el presente Caso no se trata de un mero error individual sino que más bien expresa una política institucional de Complicidad con el Genocidio, Limpieza Étnica y Crímenes contra la Humanidad, Complicidad con Crímenes contra la Paz y Fraude Espiritual. Además, se recuerda que el silencio cómplice que se mantiene con respecto al genocidio del Pueblo Rohingya por parte del Estado de Myanmar, bajo la excusa de que eso pondría en peligro a las minorías cristianas del país, tiene la misma excusa que el silencio cómplice del Papa Pío XII durante el genocidio del Pueblo Judío por parte del Imperio Nazi, con el cual incluso se llegó a firmar un concordato o pacto internacional de apoyo. Ante este tipo de políticas cómplices de graves violaciones a los derechos humanos por parte del Poder Católico, se recuerda que el Maestro Jesús nunca pactó con los poderes políticos y económicos de su época.
El Tribunal Budista de Derechos Humanos concuerda con  el padre Bernardo Cervellera en que detrás del genocidio y limpieza étnica contra el Pueblo Rohingya se encuentran poderosos intereses económicos, ya que en las zonas donde vive este pueblo perseguido no sólo existen muchos recursos naturales valiosos, sino que además sería la zona por donde pasaría un oleoducto para transportar petróleo a China. Por ello, detrás de estos terribles crímenes contra la humanidad no existe un mero odio religioso hacia minorías musulmanes, sino que más bien existen poderosos intereses políticos y económicos para beneficiar a las elites militares nacionales e internacionales. En este sentido, realizar visitas papales al gobierno genocida de Myanmar y a sus líderes cívico-militares Aung San Suu Kyi y Ming Aung Hlaing en un marco de silencio omisivo ante violaciones a los derechos humanos es una señal de cercanía con los poderes corruptos y una señal de la muerte de la esperanza para las cientos de miles de víctimas que sufren limpieza étnica, asesinatos masivos y abusos sexuales de forma sistemática y generalizada. El Tribunal Budista de Derechos Humanos coincide con el Sacerdote Reese, comisionado del U.S. Commission on International Religious Freedom, en que el silencio del Papa Francisco I ante la persecución contra el Pueblo Rohingya lo hace perder credibilidad moral. El Tribunal Budista de Derechos Humanos establece que aquellos que pretenden ser la brújula moral del mundo deben tener purificada la mente, la palabra y la acción, desarrollando la misión de los grandes campeones de la Paz (Shalom). No obstante, en caso de que aquellos que poseen poder mundano simplemente transmitan discursos bonitos pero que no condicen con sus acciones, entonces serán parte de los males del mundo, siendo genuinos representantes de la codicia, el odio y el engaño.
El Maitriyana concuerda con el Cristianismo Verdadero en que lo divino requiere al sujeto que actúe justamente y ame misericordiosamente mientras se transita con humildad por el Camino (Miqueas 6:8). Esto significa que el Derecho Budista, al igual que los profetas y el Maestro Jesús, enseña el mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo (Mateo 22:39). Por ello, el Maitriyana y el Cristianismo Verdadero conforman un Camino en el cual la justicia y el amor se unen. El Derecho Budista no considera que la justicia y el amor sean valores y objetivos opuestos, pues sus sentencias son cálidas y misericordiosas. De esta manera, el Maitriyana y el Cristianismo Verdadero se diferencian de los grupos religiosos que consideran al amor de forma sentimental y que se muestran indiferentes ante el mal comportamiento. El Derecho Budista ofrece una visión de sabiduría con compasión, una visión justicia con misericordia, la cual es la parte fundamental de lo divino. En efecto, el Maitriyana y el Cristianismo Verdadero concuerdan en que lo divino es la experiencia de un juez recto (Salmo 7:7, 2 Timoteo 4:8) y simultáneamente es la experiencia del amor (1 Juan 4:8), estando ambas sintetizadas en la experiencia del Despertar (Bodhi), como mostró el Maestro Gautama en el árbol, pero también estando sintetizadas en la experiencia del autosacrificio, como mostró el Maestro Jesús en la cruz. En consecuencia, el Derecho Budista es un sistema donde se busca la reconciliación entre víctimas y agresores, construyendo una comunidad de amor y justicia restaurativa, los cuales son elementos integrales de lo divino e incluso el Propósito (Dharma) sagrado de la vida. Sólo por medio de este principio y práctica de unidad entre justicia y amor es que las heridas pueden ser sanadas realmente. El Maitriyana y el Cristianismo Verdadero buscan que se juzgue rectamente al mundo, que se gobierne a los pueblos con justicia, y que se brinde refugio a los oprimidos (Salmo 9:7-9). Sin embargo, las cortes estatales no suelen impartir una justicia que trate de forma justa a las personas, pues las cortes estatales suelen discriminar y brindar impunidad a los ricos y poderosos. Por ello, es totalmente necesario el Derecho Budista para mantener pura a la práctica de la justicia, que realmente es la práctica del amor. El Maitriyana y el Cristianismo Verdadero denuncian a las injusticias, buscando que las cortes no perviertan a la justicia por medio de favoritismos a los ricos o parcialidades a los pobres (Levítico 19:15), debiéndose desarrollar relaciones justas, buenas e íntegras. Así, la unidad de justicia y el amor es lo que el Maitriyana y el Cristianismo Verdadero denominan como Paz (Shalom), que no es la ausencia de conflicto sino más bien la presencia de bienestar y plenitud espiritual. La Justicia y el Amor que promueve el Derecho Budista son tanto la base como el producto de esta Paz (Shalom) sagrada, buscando que toda la humanidad erradique el mal, instale el bien y purifique su interior. Sin embargo, el Maitriyana y el Cristianismo Verdadero afirman que la naturaleza intrínseca de la humanidad es la bondad, por lo que la justicia y el amor no hacen más que expresar la naturaleza divina o Propósito (Dharma) del Ser, logrando el bienestar espiritual y la paz restaurativa en las relaciones entre la humanidad y la totalidad. El Derecho Budista no se trata entonces de simplemente seguir reglas y realizar castigos, sino que más bien se trata de transmitir el conocimiento del amor compasivo, el cual es la experiencia de lo divino (Salmo 103:8, 1 Juan 4:8). Esta experiencia del amor no tiene ningún paralelo con los sentimientos o emociones ordinarias, siendo más bien una práctica de amor hacia la rectitud y la justicia (Salmo 33:5). El Maitriyana y el Cristianismo Verdadero buscan crear un mundo de amor y justicia donde los pueblos resuelvan sus conflictos de forma armónica y no-violenta, evolucionando por medio del apoyo mutuo y la interexistencia. Únicamente por medio de esta sabiduría compasiva (prajña-karuna) que une justicia y amor es que la humanidad podrá evanescer los males del mundo y alcanzar la Ascensión hacia el Reino de la Rectitud en la Tierra. No obstante, sin Despertar ni Autosacrificio, tal y como enseñaron los Maestros Gautama y Jesús, nunca habrá justicia ni amor, sino que sólo existirán meras leyes y sentimientos. El poder reconciliador del Derecho Budista es que reconoce la Verdad de las víctimas y simultáneamente ofrece oportunidad de redención a los agresores. Los maestros espirituales Gautama y Jesús mostraron que el mundo puede ser salvado cuando se unen la justicia y el amor, transformando la relación que la humanidad tiene tanto consigo misma como con el resto del Cosmos. El Maitriyana y el Cristianismo Verdadero tienen este fascinante poder de reconciliación y justicia restaurativa, mostrando que en realidad la humanidad nunca se fue del Edén, sino que más bien olvidó que la Madre Tierra es el genuino paraíso. De este modo, la Vía Única de Liberación y Salvación siempre acontece en el aquí y ahora, nunca en una existencia metafísica, realizando la Verdad de la vida por medio de la contemplación activa, la sabiduría compasiva y la ética humanitaria. Este Camino transforma espiritualmente el mundo interno y externo, permitiendo la unidad entre el sujeto y el prójimo. En definitiva, no existe transformación sin Verdad y Justicia, pero tampoco existe Justicia verdadera sin altruismo y amor, buscando la prevención de los conflictos y la restauración de la salud y Paz (Shalom). El Derecho Budista es un servicio esperanzador porque utiliza la mediación, la conciliación y la justicia restaurativa, en lugar de creer que la justicia puede ser alcanzada por medio de penas de prisión o penas económicas. El Maitriyana y el Cristianismo Verdadero insisten en que las cortes judiciales deben ser humanistas y restaurativas, buscando la reintegración y reconciliación en lugar del castigo y la marginación.
Por otra parte, el Derecho Budista coincide con el Islam en que la justicia es una precondición para la existencia de la sociedad, motivo por el que se prioriza una visión de la justicia social, la gobernanza ética e incluso la justicia ética, buscando virtuosamente armonizar la lucha entre fuerzas opuestas que residen en el mundo psíquico y social. Para el Maitriyana, la justicia verdadera es la realización de la libertad, igualdad y fraternidad, buscando moderar los excesos por medio de la ética del Camino Medio, tal y como enseñaron Gautama y Allameh Tabatabaei. El Derecho Budista muestra la Vía Recta hacia el desarrollo espiritual por medio de la generosidad y la justicia, denunciando en todo momento la corrupción, la ilegalidad y la opresión. El Maitriyana considera que la base de la justicia son los derechos humanos, posicionando a los maestros espirituales como árbitros y líderes éticos verdaderos para poder determinar si los pueblos están comportándose legal o inmoralmente. El Derecho Budista considera que la justicia no sólo es importante para formar una sociedad recta y distributiva sino que también es un pilar fundamental para la supervivencia y salvación de la humanidad. Sin embargo, la justicia siempre se pervertirá sin altruismo, benevolencia y generosidad en todo momento y lugar.
En conclusión, el Tribunal Budista de Derechos Humanos tiene el Propósito (Dharma) de corregir a los movimientos religiosos por medio de la Espiritualidad Verdadera, lo cual implica una crítica directa a los grupos católicos que apoyan directa o indirectamente a la violencia, como los asesinatos y los abusos contra niños. Por lo tanto, se establece que la Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar) & Su Eminencia Cardenal Charles Maung Boha violado a los derechos humanos y a las enseñanzas de los maestros Gautama y Jesús por medio del apoyo a un gobierno dictatorial y genocida que representa uno de los mayores males en la historia de la humanidad, pues el Estado de Myanmar está realizando los peores crímenes internacionales y también está destruyendo al Patrimonio Cultural Budista. Indudablemente, los altos cargos religiosos del Catolicismo deben ser líderes éticos y nunca encubridores que apoyen o avalen delitos contra la sacralidad de la vida humana. El Reino de la Rectitud en la Tierra sólo acontecerá por medio de la Paz (Shalom), y nunca por medio del silencio cómplice con los abusos sexuales y los asesinatos de bebés y niños. Por ello, el Tribunal Budista de Derechos Humanos practica la contemplación, la sabiduría y la ética para poder crear un mundo de compasión. De esta manera, el Caso sobre Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar) & Su Eminencia Cardenal Charles Maung Bo constituye una gran enseñanza para que los católicos dejen de hacer el mal, empiecen a hacer el bien y purifiquen su mente por medio de la fuerza divina de la Justicia y el Amor, en lugar de que predomine los oscuros intereses políticos y económicos.
Siguiendo a los maestros Gautama y Jesús, quienes desarrollaron un Camino de Amor y Justicia que puede atravesar cualquier Holocausto con dignidad y rectitud, el Tribunal Budista de Derechos Humanos supervisa que las religiones no atenten contra la ética y los derechos humanos, nunca traicionando a la Sabiduría Compasiva de lo divino, por lo que se ha sentenciado a la Arquidiócesis Católica de Yangon (Myanmar) & Su Eminencia Cardenal Charles Maung Bo como Responsable de Complicidad con el Genocidio, Limpieza Étnica y Crímenes contra la Humanidad, Complicidad con Crímenes contra la Paz y Fraude Espiritual.
Con espíritu de reconciliación (maitri),
Maestro Maitreya Samyaksambuddha

Presidente y Juez Espiritual del Tribunal Budista de Derechos Humanos


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