Justicia Verdadera

Justicia Verdadera

sábado, 27 de febrero de 2016

Defensa Budista del Derecho Humano a la Paz




Defensa Budista del Derecho Humano a la Paz
El pacifismo es el valor esencial tanto del Maitriyana como de los Derechos Humanos, estando presente en el histórico desarrollo de una civilización de paz cuyos instrumentos políticos, económicos, culturales y medioambientales estén regulados por la ética universal pacifista. En efecto, la paz no sólo es el Propósito (Dharma) del Socialismo Budista, sino que también es el orden social,[1] el ideal de la comunidad internacional,[2] el objetivo del derecho a la educación,[3] el bien de la seguridad,[4] el elemento esencial del desarrollo,[5] el derecho de todo ser humano y pueblo,[6] la aspiración humana y la obligación estatal.[7] Para el Maitriyana, una nueva civilización pacifista deberá sustituir a la actual civilización de guerra y violencia, pero ésta se originará en la mente de los sujetos, que es donde nacen verdaderamente los conflictos.[8] Así, en el Socialismo Budista se considera como paz integral a la interconexión entre la paz interna y la paz externa, siendo esta última el ideal de la armonía social, planetaria y cósmica.
En el Maitriyana, la Declaración Universal del Derecho a la Paz Mundial es precedida por dos mil seiscientos años de enseñanzas de maestros espirituales, quienes han sido los mayores expertos en el derecho humano a la paz que han existido en la historia. De esta manera, el sentido de Propósito (Dharma) del Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) demanda a los Estados del mundo que abran sus prácticas de vida al claramente trascendente hito que implica la creación de una civilización global pacifista. Precisamente, es en el Socialismo Budista donde se plasma claramente esta búsqueda de la paz como valor universal y arquetipo de los derechos humanos, lo cual significa que la paz no sólo es la ausencia de la guerra, sino también la Cura (Nirvana) de los males de la injusticia, la ignorancia y la contaminación, eliminando todo tipo de violencia,[9] sea política, económica, cultural o medioambiental, tanto en el plano individual como en el plano colectivo. Este acontecimiento de la solidaridad en el mundo supone la evolución ética y el Despertar Espiritual (Bodhi) de la humanidad. El Maitriyana trabaja entonces por los derechos humanos sagrados, como son la paz, la vida sana y el medioambiente sustentable, considerando que el Derecho a la Paz Mundial es un derecho integrativo sin el cual los demás derechos individuales y colectivos carecen de importancia o validez. La concepción del derecho humano a la paz alcanza una validez global y universal, reafirmando el carácter intrínsecamente libre y espiritual de la naturaleza del ser humano, por lo que requiere que todos los gobiernos del mundo acepten estos fundamentos éticos para poder arribar al futuro. Por lo tanto, el maestro espiritual enseña que la paz es inherente a la dignidad del aprendiz, pero también es intrínseca al mundo del mañana donde la paz y la salud –la vida adecuada- serán el patrimonio más protegido por los pueblos.
El Socialismo Budista y su Declaración Universal del Derecho a la Paz Mundial significan el mayor avance del Camino de purificación de la humanidad e instauración de una civilización de paz, donde todo sujeto, grupo y pueblo disfruten del cumplimiento del derecho humano a la paz recta. Esto significa el Deseo de que toda la humanidad, sin discriminación alguna, tenga pleno acceso a la justicia social y la educación pacifista, generando vínculos sociales de solidaridad y apoyo mutuo para resolver justa y no-violentamente todo tipo de conflictos. Así, el aprendiz que desaprende el marco de la civilización de guerra se aleja de la política egoísta, la economía consumista, la cultura dualista y el medioambiente poluto. Este abandono es la adquisición de una competencia sumamente útil, pues la ética del Desapego es la máxima herramienta para participar en la sociedad con una actitud de prevención, solución y transformación de los problemas. Por ello, el Maitriyana es un sistema espiritual revolucionario que enseña a desaprender la guerra,[10] la injusticia, la ignorancia y la contaminación, construyendo una nueva identidad para el sujeto y el pueblo con el fin de lograr la Salvación de la Tierra (Gaia). Pero para ello se requiere la evolución de la consciencia planetaria, realizando los quehaceres de la paz, la libertad y el amor,[11] implementando la desobediencia civil de los Seres Libres e Iluminados (Arhats-Bodhisattvas) frente a la opresión de los Estados que violan el derecho humano a la paz y a la vida sana.
La paz mundial es el principal requisito pleno de la Libertad y los Derechos Humanos, aportando igualdad y fraternidad a todos los pueblos. La paz, la justicia y la sabiduría compasiva (prajña-karuna) forman un triángulo místico que es la plataforma del genuino desarrollo de la humanidad. Sin embargo, estas prácticas supremas dependen pura y exclusivamente de la identificación de las causas de los males globales, buscando su prevención desde las raíces mentales. Así, el maestro espiritual trabaja con coraje por la paz mundial y la vida saludable de todos los seres humanos, procurando transmitir un estilo de existencia vacía de codicia, odio y engaño. Sólo por medio de esta renuncia es que la violencia y la guerra pueden ser evanescidas, lo cual requiere el compromiso no sólo del aprendiz y del Estado sino también de toda la humanidad. La paz no es un tema individual ni estatal sino que es universal. Los problemas contemporáneos demuestran que es fundamental un nuevo sistema de civilización planetaria que no esté regido por la guerra sino por el pacifismo, influenciando los niveles de lo individual, lo nacional y lo mundial. Este Camino de paz debe estar garantizado por la protección de la justicia, la estabilidad del conocimiento y la armonía de la ecología, consolidando la democracia, la solidaridad y la esperanza como valores internacionales que impiden la aparición de la discriminación, el conflicto y el genocidio. El Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) solicita entonces que los pueblos abandonen el poder de la fuerza armada y la reemplacen por el poder de la reconciliación. En este sentido, la contemplación revolucionaria (kakumeizen) es un llamado a los actos inegoístas en pos del bien de los demás, impulsando la transmisión de valores éticos basados en la rectitud, el conocimiento y la interexistencia. Estos principios universales son esenciales para la construcción y desarrollo de la civilización de paz, porque respetan en todo momento la dignidad intrínseca de toda la vida. Así, el maestro espiritual trae un mensaje de amor que puede sanar y transformar al mundo, fortaleciendo la identidad transindividual de los pueblos. Este proyecto de mundialización de la paz que proclama solemnemente el Socialismo Budista no lleva a la uniformidad y ausencia del conflicto, sino más bien a la unidad en la diversidad y a la superación de las divisiones ilusorias de cualquier índole, sea política, económica, cultural o medioambiental. Ante las amenazas de la discriminación, la violencia y la guerra, el Maitriyana hace hincapié en una modalidad superior del aprendizaje, enseñando al sujeto un pensamiento crítico capaz de asumir la responsabilidad sobre la propia vida. De esta manera, el aprendiz de meditación libertaria puede asumir el desafío de cambiar el mundo interno y externo, modulando su propio destino sobre la comprensión de que la paz no es una abstracción sino una práctica y estilo de vida. En definitiva, la paz es un proceso de Ascensión desde la opresión y alienación hacia la Liberación y Apertura (Sunyata), siendo una evolución espiritual centrada en la solidaridad como clave para el futuro de la humanidad. Por lo tanto, el Socialismo Budista hace suya la bandera de la paz, la justicia, la educación y la ecología con el fin de salvar a las generaciones presentes y futuras, asumiendo la misión mesiánica de proteger a la vida, la inteligencia y la Espiritualidad en todo el Universo. Esta es la principal posibilidad de cambiar el rumbo de autodestrucción del mundo, enseñando una vía hacia la paz y el progreso verdadero de los pueblos. Este Propósito (Dharma) demuestra que el Maitriyana es un Camino que salvaguarda el patrimonio ético y espiritual de toda la humanidad, protegiendo los valores universales de los ataques que reciben por parte de la sociedad superficial y materialista. Esto obliga al Socialismo Budista a denunciar al capitalismo salvaje como un sistema carente de Igualdad, del mismo modo que se denuncia al comunismo autoritario como carente de Libertad. En efecto, los cimientos de una civilización de paz no sólo requieren de la Libertad e Igualdad sino también de la Fraternidad y Solidaridad entre todos los seres humanos, erradicando la guerra, la pobreza, la exclusión, la discriminación, la ignorancia y la violencia. El sentido de la vida descubierto por el Maitriyana se encuentra en la convivencia pacífica, la generosidad, la razón, la conciencia plena y la humildad. Únicamente la responsabilidad ética y la voluntad desapegada, propias del conocimiento cumbre (satori) y la sabiduría compasiva (prajña-karuna), nutren la existencia de la humanidad y subliman a la pulsión de muerte y guerra en pulsión de vida y paz, transformando las lanzas en arados y pétalos de rosas. Por ello, las enseñanzas del Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) son el más noble acto y obsequio que se puede otorgar a las generaciones del presente y futuro, celebrando la vida sana y adecuada a través de la Declaración Universal del Derecho a la Paz Mundial, la cual es el máximo instrumento del Socialismo Budista para respetar la naturaleza espiritual y la existencia digna de los pueblos. El Maitriyana es la máxima representación de la utopía de los derechos humanos, practicándolos y completándolos a través de la contemplación revolucionaria (kakumeizen) con el fin de que el mundo tenga un nuevo amanecer basado en las pautas concretas de la paz, la justicia, la educación y la ecología. La tolerancia, la no-violencia, la comprensión, el desapego, la solidaridad y la vida sin miedo son las condiciones fructíferas para el porvenir del Gran Despertar (Maha Bodhi) de toda la humanidad, construyendo el baluarte de la paz en el espíritu de todos los pueblos de la Tierra.[12]
La máxima contribución al Derecho a la Paz, paradójicamente, no ha provenido de instrumentos jurídicos internacionales sino de los ideales de los maestros espirituales, logrando la cristalización del derecho humano a la paz mundial, lo cual supone un salto evolutivo de la concepción ordinaria del ser humano como naturalmente bélico. Así, la doctrina del Socialismo Budista procura responder a los conflictos y guerras a través del pacifismo, considerando al derecho a la paz como un derecho humano supremo. Esto implica la invalidación total del uso de la fuerza violenta para solucionar conflictos individuales, nacionales o internacionales. En efecto, el Propósito (Dharma) del mantenimiento de la paz y la justicia a nivel mundial es la creación de una Tierra Pura o Reino de la Rectitud donde predomine la democracia, el derecho internacional, la educación para todos y el medioambiente sano. En efecto, el Maitriyana vislumbra y recrea nuevas perspectivas para la evolución ética de todo sujeto, grupo y pueblo. Esta nueva concepción de la responsabilidad de proteger la vida contribuye a la formulación de la civilización de paz. De esta manera, la teoría y práctica del Socialismo Budista encarna la convergencia entre paz, derechos humanos y ecología, comprendiendo en todo momento que el fundamento del derecho humano a la paz es proteger la libertad fundamental o dignidad humana intrínseca.[13] Esto contribuye a la comprensión, tolerancia y amistad entre toda la familia humana,[14] promoviendo el desarrollo de actividades de meditación libertaria para el mantenimiento de la vida sana y pacífica. Esta búsqueda de eliminar la guerra en la vida de los pueblos es la aspiración máxima tanto del Maitriyana como de los instrumentos de derechos humanos,[15] los cuales se comprometen al establecimiento de una paz justa y duradera a nivel mundial.[16] Esto implica tanto el desarme como la resolución pacífica de controversias. Sin embargo, aunque los derechos a la paz adecuada y al medioambiente sano son derechos humanos supremos, los gobiernos suelen considerarlos como derechos secundarios. La paz, tal como es concebida en el Socialismo Budista, incluye condiciones políticas, económicas, culturales y medioambientales para el ejercicio pleno de los derechos humanos.[17] En este sentido, la Declaración Universal del Derecho a la Paz Mundial reconoce a la paz como desarrollo integral en esos cuatro ámbitos, al mismo tiempo que se reconoce el derecho al desarrollo interior y las libertades fundamentales. Así, la paz y el medioambiente sano son la base para la supervivencia de la humanidad.[18] Por lo tanto, la paz es un valor y práctica suprema, siendo la condición necesaria para la Salvación y Evolución del mundo, desarrollando efectivamente los derechos humanos en todos los pueblos, lo cual significa reconocer el derecho a vivir sin conflictos armados, el derecho a un entorno seguro y sin armas, el derecho a un medioambiente sano, el derecho a la desobediencia civil, el derecho a la objeción de consciencia, el derecho a la oposición frente a la opresión, el derecho a la protección de los vulnerables, el derecho a la Justicia y la Verdad, el derecho al futuro y el derecho a la democratización de los gobiernos y organismos internacionales. El Maitriyana actúa entonces en nombre de toda la humanidad para reclamar el respeto y cumplimiento del Derecho a la Paz. El acontecimiento de la Declaración Universal del Derecho a la Paz Mundial es la cristalización de dos mil seiscientos años de Espiritualidad, brindando el marco jurídico y la guía ética para la construcción de una civilización pacifista.



[1] Declaración Universal de los Derechos Humanos.
[2] Declaración de Naciones Unidas sobre el fomento entre la juventud de los ideales de la paz, respeto mutuo y comprensión entre los pueblos.
[3] Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
[4] Declaración de Naciones Unidas sobre la afirmación y consolidación de la distensión internacional.
[5] Declaración de Naciones Unidas sobre el Derecho al desarrollo.
[6] Declaración de Naciones Unidas sobre la preparación de las sociedades para vivir en paz.
[7] Declaración de Naciones Unidas sobre el Derecho de los pueblos a la paz.
[8] Constitución de la UNESCO.
[9] J. Galtung, Peace by peacefully means.
[10] Anna Bastida, Desaprender la guerra: una visión crítica de la educación para la paz.
[11] F. Mayor Zaragoza, Derecho humano a la paz: germen de un futuro posible.
[12] El Derecho Humano a la Paz: Declaración del Director General de la UNESCO de 1997.
[13] C. Villan Duran, Hacia una declaración sobre el derecho humano a la paz.
[14] Declaración Universal de Derechos Humanos.
[15] Declaración sobre el Derecho de los pueblos a la paz.
[16] Declaración del Milenio.
[17] M. Aguirre, Los conflictos económicos y sociales y la paz: el caso de los Estados frágiles.
[18] Declaración de Luarca sobre el Derecho Humano a la Paz.

domingo, 21 de febrero de 2016

Defensa Budista de la Conciencia Plena frente al Narcotráfico




Defensa Budista de la Conciencia Plena frente al Narcotráfico
La Espiritualidad Budista es un movimiento social mundial que desde hace dos mil seiscientos años viene advirtiendo sobre los daños que generan las drogas en la mente de los pueblos. Sin embargo, los gobiernos de la civilización capitalista suelen ser cómplices del avance del narcotráfico. Por este motivo, el Maitriyana reitera nuevamente la gravedad que implica la plaga de las drogas, pues siembra codicia, odio y engaño en la consciencia del ser humano. Para hacer frente a este mal que genera sufrimiento y muerte, el maestro espiritual enseña que toda la sociedad debe asumir la valentía de mantener la Atención Plena y la Consciencia Purificada. Por medio de este mensaje ético el Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) hace un llamado a la Espiritualidad Socialmente Comprometida, adhiriendo firmemente el mensaje pacifista como medio adecuado para luchar contra el narcotráfico y el crimen organizado. En efecto, la proliferación de la adicción a las drogas dentro de los pueblos es una problemática tan grave y amplia que sólo la ética del Desapego parece ser su Cura (Nirvana), motivo por el cual es urgente la necesidad de una conversión espiritual por parte de la sociedad. Precisamente, la práctica contemplativa permite centrar la consciencia, focalizando la atención en torno a un Propósito (Dharma) de vida, por lo que es de gran ayuda frente a la dispersión y superficialidad que generan las drogas y los medios de comunicación masiva. La complejidad de la problemática del narcotráfico puede ser evanescida sólo a través de la transformación integral de la consciencia, entrenándola para no recurrir a la evasión del sufrimiento que ciertamente es el consumo de drogas. La Espiritualidad Budista sostiene que la adicción a las drogas es un síntoma de insatisfacción existencial (dukkha) o ausencia de Sentido de Propósito (Dharma) en el mundo, por lo que el sujeto huye del presente para entregarse a una existencia de ilusión. El crecimiento del narcotráfico y adicción a las drogas evidencian que cada día más las personas viven en un mundo ficticio, careciendo de objetivos éticos y esperanzas espirituales. Cuando el Maitriyana analiza al narcotráfico básicamente lo comprende como la globalización de la ingesta de intoxicantes mentales. No obstante, la meditación libertaria permite percibir el grado profundo en el que el narcotráfico se encuentra apoyado y entrelazado con los gobiernos y las empresas privadas. En tanto que los intereses de los Seres Libres e Iluminados (Arhats-Bodhisattvas) son profundamente transnacionales, la Espiritualidad Budista despliega una fuerza pacifista, justa, culta y armónica en un proceso que neutraliza el sufrimiento que genera el flagelo de las drogas dentro de la sociedad. En este contexto, el maestro espiritual denuncia que el narcotráfico y el crimen organizado crecen con la complicidad de los sectores gubernamentales y corporativos, los cuales se benefician enormemente al mantener a la población con una consciencia dañada y enferma. Esto se debe a que la Atención Plena y la Consciencia Purificada son una amenaza para la supervivencia del Poder materialista, pues son la encarnación misma de los valores de la Libertad, Igualdad y Fraternidad. La presencia y transmisión del Maitriyana es entonces la de un contrapoder que denuncia a los gobiernos y empresas que son cómplices de males como el tráfico de armas, la corrupción, la prostitución, el encubrimiento y el narcotráfico, los cuales atentan contra la existencia física y ética de los seres humanos. El Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) hace un llamado global a la conversión espiritual de todos los pueblos, en tanto que su deseo fundamental es que toda la humanidad se convierta en promotora de los Derechos Humanos y abandone la cultura del egoísmo, dualismo y consumismo. De este modo, el maestro espiritual es el transmisor de una escala adecuada de valores que conducen hacia la verdadera felicidad, plenitud y Despertar (Bodhi) del Ser. Aquí, la autorrealización del ser humano aparece identificada a la interexistencia con los demás. Esta propuesta de que la sociedad abandone las drogas y logre el conocimiento cumbre (Satori) es producto de la lógica dialéctica paradojal de la Espiritualidad Budista, la cual alumbra todos los rincones del mundo por medio de la sabiduría compasiva (prajña-karuna). Así, el Maitriyana hace frente a la indiferencia y el conformismo, haciendo el esfuerzo supremo de transmitir la Cura (Nirvana) de los males que enferman a los pueblos. Esto se debe a que las causas del narcotráfico y el crimen organizado son nada menos que la expansión global de los falsos valores del egoísmo, dualismo y consumismo que son parte de la estructura misma de la civilización capitalista. La ética del Camino Medio permite comprender que el narcotráfico y el crimen organizado se encuentran en el núcleo mismo del capitalismo salvaje y del comunismo autoritario, pues ambos sistemas son materialistas e idólatras del apego al dinero y Poder. Dado que el apego está en la raíz de todos los males, la Espiritualidad Budista enseña un estilo de vida basado en el Desapego, denunciando que las drogas y el dinero nunca logran llenar el vacío existencial (sunya) del ser humano. Esto significa que la lucha contra el narcotráfico no puede ser ganada por los actuales sistemas de seguridad, basados en la violencia y el castigo, sino que más bien sólo puede ser ganada adecuadamente por la profunda Revolución Cultural Planetaria que propone el Maitriyana, debiendo proteger y desarrollar los legados espirituales de los pueblos que son amenazados por el narcotráfico y el crimen organizado. El Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) se convierte entonces en el máximo referente de una auténtica sociedad despierta y evolucionada que ha superado las ambiciones materialistas del pasado, educando a la humanidad en el estado de consciencia ampliada y superior (ECAS). Por lo tanto, el narcotráfico sólo puede ser vencido si los pueblos realizan un gran esfuerzo por transformar éticamente sus sistemas educativos, para así poder enseñar a las generaciones venideras lo importante que es vivir en el Camino de la Ley o Propósito (Dharma). Efectivamente, la paz, la justicia social, la educación avanzada y la ecología generan el nuevo escenario de progreso que es la civilización socialista libertaria. Esta esperanza u horizonte es el verdadero antídoto para el narcotráfico, pues sólo desalentando el consumo es que se destruirá la producción, tal y como sucede con cualquier otro tipo de actividad económica. Esto significa que si los pueblos se transforman interiormente por medio de la práctica contemplativa entonces dejarán de recurrir a las drogas para escapar de la realidad. La presencia de ejemplaridad ética y espiritual es lo que desarrolla la existencia de la sociedad, velando por el bienestar de todos los seres. La Espiritualidad Budista instala progresivamente una nueva forma de Ley que permite resolver los conflictos adecuadamente, abandonando la violencia y el castigo para desplegar el poder de la ética y la reconciliación. Al reconocer al narcotráfico como un problema global, los maestros espirituales asumen la responsabilidad y el compromiso de luchar pacíficamente contra este mal, protegiendo a los pueblos que están indefensos frente al crimen organizado. En este sentido, el Maitriyana denuncia a las empresas y gobiernos que son cómplices del Poder corrupto y criminal, reclamando la necesidad de implementar políticas globales que sean correctas y adecuadas para concretar y afirmar el proceso de Liberación y Despertar (Bodhi) de toda la humanidad, lo cual sólo sucederá si se logra antes la Evanescencia (Nirvana) del narcotráfico. El Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) arriesga su vida al asumir su misión en el mundo, pues su lucha busca crear una Tierra Pura o Reino de la Rectitud. Todos los pueblos deben participar en esta tarea suprema, comprometiéndose con el cuidado del prójimo y de la naturaleza, dado que de lo contrario la humanidad se autodestruirá. La Espiritualidad Budista siempre está cerca de las personas que sufren, a las que les transmite una práctica de vida basada en la amistad y la misericordia, las cuales son actitudes de conversión espiritual que sanan el tejido de la sociedad, acercando al sujeto al corazón de los grandes maestros espirituales de la historia. Ha llegado el momento para que las personas dejen de hacer el mal, hagan el bien y purifiquen la mente.

Defensa Budista de la Razón Utópica




Defensa Budista de la Razón Utópica
La Espiritualidad Budista es un Camino extraordinario en el mundo, porque representa una derrota profunda para el materialismo de los pueblos, abriendo simultáneamente una promesa de un mundo pacífico, justo, culto y ecológico. Esto significa que la metafísica y el nihilismo no contribuyen al bienestar y desarrollo de la sociedad, sino que únicamente lo hacen los valores espirituales. A diferencia del capitalismo salvaje y el comunismo autoritario, el Camino Medio creado por Gautama encarna la sabiduría compasiva (prajña-karuna) de los pueblos elegidos, defendiendo los Derechos Humanos y la Libertad de expresión como características indispensables para la evolución de la democracia verdadera. El Maitriyana es esta alternativa genuinamente socialista y libertaria que critica a la demagogia populista de los gobiernos autoritarios obsesionados con el Poder. Así, la Espiritualidad Budista no es un espacio de diálogo intelectual, sino que más bien apunta a la conversión mística de la humanidad, facilitando su transformación y evolución a través de una Utopía socialista, comunitaria y liberadora de los pueblos, transmitiendo los valores del pacifismo, la justicia social, la educación democrática y la armonía ecológica como elementos indispensables para la gran revolución de la Tierra Pura. Si bien muchos pueblos han creído en utopías, la mayoría se han visto desilusionados porque los medios para llevarlas a cabo no han sido correctos o adecuados. De este modo, el Maitriyana se distingue por sobre el resto de los movimientos sociales de la historia, contribuyendo a crear un clima de transformación política, económica, cultural y medioambiental. Este Nuevo Orden Radical presupone la Utopía de la Unidad de la Humanidad, la cual es la Gran Cura (Maha Nirvana) a los males de la guerra, la pobreza, la ignorancia y la contaminación. Esta comprensión o visión de que el futuro del ser humano es la construcción de una civilización socialista libertaria es lo que moviliza a la Espiritualidad Budista a buscar la conversión espiritual de los pueblos, promoviendo la democracia directa como fundamento de una sociedad auténticamente dialéctica, pero también transmitiendo la práctica contemplativa como reconciliación con el aquí y ahora. Pero esta conversión espiritual del mundo no significa un proceso religioso sino más bien un regreso revolucionario a los valores protectores de la vida, confrontando al egoísmo, dualismo y consumismo como fuerzas contrarrevolucionarias que generan una sociedad espiritualmente corrupta. En efecto, la Liberación de la humanidad es un Camino que condena tanto al estatismo como al mercantilismo, pues ambos oprimen la libertad intrínseca de los pueblos. En cambio, el Maitriyana se apoya en los ideales de la generosidad y solidaridad, impulsando democráticamente a la sociedad a comprender que el verdadero poder sólo se alcanza a través de la paz y no por medio de las armas, defendiendo y garantizando el pleno acceso a la Libertad, Igualdad y Fraternidad entre todas las personas. En definitiva, el verdadero desarrollo de las potencias mundiales no es la acumulación de poder ni de dinero, sino que más bien se trata del establecimiento de medios adecuados de vida. De esta manera, la Espiritualidad Budista concuerda con Camus en el hecho de que los medios son los que justifican a los fines y no al revés, pues los medios inadecuados e incorrectos ciertamente corrompen y ensucian todo tipo de fines. Esto significa que existen medios adecuados para llegar a la Liberación, lo cual según el Maitriyana es la gran enseñanza de Gautama. Sin embargo, la conversión espiritual de los pueblos no es una transformación ideológica, sino que es la experiencia de políticas globales basadas en la paz, la justicia, la educación y la ecología, pues se trata de un desarrollo político, económico, cultural y medioambiental que acerca a los países a la felicidad de una vida más libre, igualitaria y fraternal, al mismo tiempo que los aleja de una vida de codicia, odio y engaño. La Cura (Nirvana) a los males del mundo no está en desarrollar sistemas materialistas, que justamente han empobrecido y violentado a la Madre Tierra (Gaia), ni tampoco se encuentra en retroceder a los viejos esquemas metafísicos, sino que la solución radica en instaurar una reforma espiritual universal que perfeccione a la humanidad de forma constante, nutriendo las conquistas democráticas con una intensa vida mística que amplia cada vez más el horizonte de la humanidad, estimulando la generosidad y solidaridad como relaciones fundamentales entre los ciudadanos. Únicamente los valores de la tolerancia y la ecuanimidad permiten al ser humano no dañar a los demás seres vivos y elegir su Propósito (Dharma), evanesciendo oportunamente el destino de autodestrucción que impone la civilización capitalista a todos los seres vivos.