Defensa Budista del Derecho
Humano a la Paz
El pacifismo es el valor esencial
tanto del Maitriyana como de los Derechos Humanos, estando presente en el
histórico desarrollo de una civilización de paz cuyos instrumentos políticos,
económicos, culturales y medioambientales estén regulados por la ética
universal pacifista. En efecto, la paz no sólo es el Propósito (Dharma) del
Socialismo Budista, sino que también es el orden
social,[1] el ideal de la comunidad internacional,[2]
el objetivo del derecho a la
educación,[3]
el bien de la seguridad,[4]
el elemento esencial del desarrollo,[5]
el derecho de todo ser humano y
pueblo,[6]
la aspiración humana y la obligación estatal.[7]
Para el Maitriyana, una nueva civilización pacifista deberá sustituir a la
actual civilización de guerra y violencia, pero ésta se originará en la mente
de los sujetos, que es donde nacen verdaderamente los conflictos.[8]
Así, en el Socialismo Budista se considera como paz integral a la interconexión
entre la paz interna y la paz externa, siendo esta última el ideal de la
armonía social, planetaria y cósmica.
En el Maitriyana, la Declaración Universal del Derecho a la Paz
Mundial es precedida por dos mil seiscientos años de enseñanzas de maestros
espirituales, quienes han sido los mayores expertos en el derecho humano a la
paz que han existido en la historia. De esta manera, el sentido de Propósito
(Dharma) del Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) demanda a los Estados
del mundo que abran sus prácticas de vida al claramente trascendente hito que
implica la creación de una civilización global pacifista. Precisamente, es en
el Socialismo Budista donde se plasma claramente esta búsqueda de la paz como
valor universal y arquetipo de los derechos humanos, lo cual significa que la
paz no sólo es la ausencia de la guerra, sino también la Cura (Nirvana) de los
males de la injusticia, la ignorancia y la contaminación, eliminando todo tipo
de violencia,[9] sea
política, económica, cultural o medioambiental, tanto en el plano individual como
en el plano colectivo. Este acontecimiento de la solidaridad en el mundo supone
la evolución ética y el Despertar Espiritual (Bodhi) de la humanidad. El
Maitriyana trabaja entonces por los derechos
humanos sagrados, como son la paz, la vida sana y el medioambiente sustentable,
considerando que el Derecho a la Paz Mundial es un derecho integrativo sin el cual los demás derechos individuales y
colectivos carecen de importancia o validez. La concepción del derecho humano a
la paz alcanza una validez global y universal, reafirmando el carácter
intrínsecamente libre y espiritual de la naturaleza del ser humano, por lo que
requiere que todos los gobiernos del mundo acepten estos fundamentos éticos
para poder arribar al futuro. Por lo tanto, el maestro espiritual enseña que la
paz es inherente a la dignidad del aprendiz, pero también es intrínseca al
mundo del mañana donde la paz y la salud –la vida adecuada- serán el patrimonio
más protegido por los pueblos.
El Socialismo Budista y su Declaración Universal del Derecho a la Paz
Mundial significan el mayor avance del Camino de purificación de la
humanidad e instauración de una civilización de paz, donde todo sujeto, grupo y
pueblo disfruten del cumplimiento del derecho humano a la paz recta. Esto
significa el Deseo de que toda la humanidad, sin discriminación alguna, tenga
pleno acceso a la justicia social y la educación pacifista, generando vínculos
sociales de solidaridad y apoyo mutuo para resolver justa y no-violentamente
todo tipo de conflictos. Así, el aprendiz que desaprende el marco de la civilización de guerra se aleja de la
política egoísta, la economía consumista, la cultura dualista y el
medioambiente poluto. Este abandono es la adquisición de una competencia
sumamente útil, pues la ética del Desapego es la máxima herramienta para
participar en la sociedad con una actitud de prevención, solución y
transformación de los problemas. Por ello, el Maitriyana es un sistema
espiritual revolucionario que enseña a desaprender
la guerra,[10] la
injusticia, la ignorancia y la contaminación, construyendo una nueva identidad
para el sujeto y el pueblo con el fin de lograr la Salvación de la Tierra
(Gaia). Pero para ello se requiere la evolución de la consciencia planetaria,
realizando los quehaceres de la paz, la
libertad y el amor,[11]
implementando la desobediencia civil de los Seres Libres e Iluminados
(Arhats-Bodhisattvas) frente a la opresión de los Estados que violan el derecho
humano a la paz y a la vida sana.
La paz mundial es el principal requisito
pleno de la Libertad y los Derechos Humanos, aportando igualdad y fraternidad a
todos los pueblos. La paz, la justicia y la sabiduría compasiva (prajña-karuna)
forman un triángulo místico que es la
plataforma del genuino desarrollo de la humanidad. Sin embargo, estas prácticas
supremas dependen pura y exclusivamente de la identificación de las causas de
los males globales, buscando su prevención desde las raíces mentales. Así, el
maestro espiritual trabaja con coraje por la paz mundial y la vida saludable de
todos los seres humanos, procurando transmitir un estilo de existencia vacía de
codicia, odio y engaño. Sólo por medio de esta renuncia es que la violencia y
la guerra pueden ser evanescidas, lo cual requiere el compromiso no sólo del aprendiz
y del Estado sino también de toda la humanidad. La paz no es un tema individual
ni estatal sino que es universal. Los problemas contemporáneos demuestran que
es fundamental un nuevo sistema de civilización planetaria que no esté regido
por la guerra sino por el pacifismo, influenciando los niveles de lo
individual, lo nacional y lo mundial. Este Camino de paz debe estar garantizado
por la protección de la justicia, la estabilidad del conocimiento y la armonía
de la ecología, consolidando la democracia, la solidaridad y la esperanza como
valores internacionales que impiden la aparición de la discriminación, el
conflicto y el genocidio. El Ser Libre e Iluminado (Arhat-Bodhisattva) solicita
entonces que los pueblos abandonen el poder de la fuerza armada y la reemplacen
por el poder de la reconciliación. En este sentido, la contemplación
revolucionaria (kakumeizen) es un llamado a los actos inegoístas en pos del
bien de los demás, impulsando la transmisión de valores éticos basados en la
rectitud, el conocimiento y la interexistencia. Estos principios universales
son esenciales para la construcción y desarrollo de la civilización de paz,
porque respetan en todo momento la dignidad intrínseca de toda la vida. Así, el
maestro espiritual trae un mensaje de amor que puede sanar y transformar al
mundo, fortaleciendo la identidad transindividual de los pueblos. Este proyecto
de mundialización de la paz que
proclama solemnemente el Socialismo Budista no lleva a la uniformidad y
ausencia del conflicto, sino más bien a la unidad en la diversidad y a la
superación de las divisiones ilusorias de cualquier índole, sea política,
económica, cultural o medioambiental. Ante las amenazas de la discriminación,
la violencia y la guerra, el Maitriyana hace hincapié en una modalidad superior
del aprendizaje, enseñando al sujeto un pensamiento crítico capaz de asumir la
responsabilidad sobre la propia vida. De esta manera, el aprendiz de meditación
libertaria puede asumir el desafío de cambiar el mundo interno y externo, modulando su propio destino sobre la
comprensión de que la paz no es una abstracción
sino una práctica y estilo de vida. En definitiva, la paz es un proceso de
Ascensión desde la opresión y alienación hacia la Liberación y Apertura
(Sunyata), siendo una evolución espiritual centrada en la solidaridad como
clave para el futuro de la humanidad. Por lo tanto, el Socialismo Budista hace
suya la bandera de la paz, la justicia, la educación y la ecología con el fin
de salvar a las generaciones presentes y futuras, asumiendo la misión mesiánica de proteger a la vida, la
inteligencia y la Espiritualidad en todo el Universo. Esta es la principal
posibilidad de cambiar el rumbo de autodestrucción del mundo, enseñando una vía
hacia la paz y el progreso verdadero de los pueblos. Este Propósito (Dharma)
demuestra que el Maitriyana es un Camino que salvaguarda el patrimonio ético y
espiritual de toda la humanidad, protegiendo los valores universales de los
ataques que reciben por parte de la sociedad superficial y materialista. Esto
obliga al Socialismo Budista a denunciar al capitalismo salvaje como un sistema
carente de Igualdad, del mismo modo que se denuncia al comunismo autoritario
como carente de Libertad. En efecto, los cimientos de una civilización de paz
no sólo requieren de la Libertad e Igualdad sino también de la Fraternidad y
Solidaridad entre todos los seres humanos, erradicando la guerra, la pobreza,
la exclusión, la discriminación, la ignorancia y la violencia. El sentido de la
vida descubierto por el Maitriyana se encuentra en la convivencia pacífica, la
generosidad, la razón, la conciencia plena y la humildad. Únicamente la
responsabilidad ética y la voluntad desapegada, propias del conocimiento cumbre
(satori) y la sabiduría compasiva (prajña-karuna), nutren la existencia de la
humanidad y subliman a la pulsión de muerte y guerra en pulsión de vida y paz, transformando las lanzas en arados y pétalos
de rosas. Por ello, las enseñanzas del Ser Libre e Iluminado
(Arhat-Bodhisattva) son el más noble acto y obsequio que se puede otorgar a las
generaciones del presente y futuro, celebrando la vida sana y adecuada a través
de la Declaración Universal del Derecho a
la Paz Mundial, la cual es el máximo instrumento del Socialismo Budista
para respetar la naturaleza espiritual y la existencia digna de los pueblos. El
Maitriyana es la máxima representación de la utopía de los derechos humanos,
practicándolos y completándolos a través de la contemplación revolucionaria
(kakumeizen) con el fin de que el mundo tenga un nuevo amanecer basado en las
pautas concretas de la paz, la justicia, la educación y la ecología. La
tolerancia, la no-violencia, la comprensión, el desapego, la solidaridad y la
vida sin miedo son las condiciones fructíferas para el porvenir del Gran
Despertar (Maha Bodhi) de toda la humanidad, construyendo el baluarte de la paz en el espíritu de todos los pueblos
de la Tierra.[12]
La máxima contribución al Derecho
a la Paz, paradójicamente, no ha provenido de instrumentos jurídicos internacionales
sino de los ideales de los maestros espirituales, logrando la cristalización
del derecho humano a la paz mundial, lo cual supone un salto evolutivo de la
concepción ordinaria del ser humano como naturalmente bélico. Así, la doctrina
del Socialismo Budista procura responder a los conflictos y guerras a través
del pacifismo, considerando al derecho a la paz como un derecho humano supremo.
Esto implica la invalidación total del uso de la fuerza violenta para
solucionar conflictos individuales, nacionales o internacionales. En efecto, el
Propósito (Dharma) del mantenimiento de la paz y la justicia a nivel mundial es
la creación de una Tierra Pura o Reino de la Rectitud donde predomine la
democracia, el derecho internacional, la educación para todos y el
medioambiente sano. En efecto, el Maitriyana vislumbra y recrea nuevas
perspectivas para la evolución ética de todo sujeto, grupo y pueblo. Esta nueva
concepción de la responsabilidad de proteger la vida contribuye a la
formulación de la civilización de paz. De esta manera, la teoría y práctica del
Socialismo Budista encarna la convergencia entre paz, derechos humanos y
ecología, comprendiendo en todo momento que el fundamento del derecho humano a
la paz es proteger la libertad fundamental o dignidad humana intrínseca.[13]
Esto contribuye a la comprensión,
tolerancia y amistad entre toda la familia humana,[14]
promoviendo el desarrollo de actividades de meditación libertaria para el
mantenimiento de la vida sana y pacífica. Esta búsqueda de eliminar la guerra en la vida de los pueblos es la aspiración
máxima tanto del Maitriyana como de los instrumentos de derechos humanos,[15]
los cuales se comprometen al establecimiento
de una paz justa y duradera a nivel mundial.[16]
Esto implica tanto el desarme como la resolución pacífica de controversias. Sin
embargo, aunque los derechos a la paz adecuada y al medioambiente sano son
derechos humanos supremos, los gobiernos suelen considerarlos como derechos
secundarios. La paz, tal como es concebida en el Socialismo Budista, incluye
condiciones políticas, económicas, culturales y medioambientales para el
ejercicio pleno de los derechos humanos.[17]
En este sentido, la Declaración Universal
del Derecho a la Paz Mundial reconoce a la paz como desarrollo integral en
esos cuatro ámbitos, al mismo tiempo que se reconoce el derecho al desarrollo
interior y las libertades fundamentales. Así, la paz y el medioambiente sano
son la base para la supervivencia de la humanidad.[18]
Por lo tanto, la paz es un valor y práctica suprema, siendo la condición
necesaria para la Salvación y Evolución del mundo, desarrollando efectivamente
los derechos humanos en todos los pueblos, lo cual significa reconocer el
derecho a vivir sin conflictos armados, el derecho a un entorno seguro y sin
armas, el derecho a un medioambiente sano, el derecho a la desobediencia civil,
el derecho a la objeción de consciencia, el derecho a la oposición frente a la
opresión, el derecho a la protección de los vulnerables, el derecho a la
Justicia y la Verdad, el derecho al futuro y el derecho a la democratización de
los gobiernos y organismos internacionales. El Maitriyana actúa entonces en
nombre de toda la humanidad para reclamar el respeto y cumplimiento del Derecho
a la Paz. El acontecimiento de la Declaración
Universal del Derecho a la Paz Mundial es la cristalización de dos mil
seiscientos años de Espiritualidad, brindando el marco jurídico y la guía ética
para la construcción de una civilización pacifista.
[1] Declaración Universal de los Derechos
Humanos.
[2] Declaración de Naciones Unidas sobre el
fomento entre la juventud de los ideales de la paz, respeto mutuo y comprensión
entre los pueblos.
[3] Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales.
[4] Declaración de Naciones Unidas sobre la
afirmación y consolidación de la distensión internacional.
[5] Declaración de Naciones Unidas sobre el
Derecho al desarrollo.
[6] Declaración de Naciones Unidas sobre la
preparación de las sociedades para vivir en paz.
[7] Declaración de Naciones Unidas sobre el
Derecho de los pueblos a la paz.
[8] Constitución de la UNESCO.
[9] J.
Galtung, Peace by peacefully means.
[10] Anna
Bastida, Desaprender la guerra: una
visión crítica de la educación para la paz.
[11] F.
Mayor Zaragoza, Derecho humano a la paz:
germen de un futuro posible.
[12] El Derecho Humano a la Paz: Declaración del
Director General de la UNESCO de 1997.
[13] C.
Villan Duran, Hacia una declaración sobre
el derecho humano a la paz.
[14] Declaración Universal de Derechos Humanos.
[15] Declaración sobre el Derecho de los pueblos
a la paz.
[16] Declaración del Milenio.
[17] M.
Aguirre, Los conflictos económicos y
sociales y la paz: el caso de los Estados frágiles.
[18] Declaración de Luarca sobre el Derecho
Humano a la Paz.
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