Declaración
Universal de Derechos Ecológicos
Preámbulo
Nosotros,
la World
Organization
of Human Rights and Environment Rights, frente al momento histórico que
representa el calentamiento global, el cual amenaza el futuro mismo de la
humanidad, consideramos que los pueblos del mundo tienen el deber ético de
establecer una transformación crítica de su estilo de vida, desplazándose desde
el materialismo consumista hacia el comunitarismo ecológico. Esta es la gran
esperanza del mundo para poder sobrevivir y evolucionar, reconociendo la
interrelación e interdependencia física y cultural entre todos los seres vivos.
La familia humana comparte un vínculo simbiótico con la Madre Tierra (Gaia), la
cual es fuente de vida y bienestar, por lo que es indispensable la creación de
una civilización ecológica fundada sobre el respeto de valores esenciales como
la paz mundial, la justicia social, la educación avanzada y el cuidado de la
naturaleza. Sobre la base de este Propósito (Dharma), los pueblos deben apoyar la
presente Declaración Universal de
Derechos Ecológicos, asumiendo la responsabilidad de ser solidarios con el
prójimo, el campo de la vida y la Madre Tierra (Gaia). En efecto, la Madre
Tierra (Gaia) no es meramente el hogar de la humanidad, sino que más bien es un
planeta viviente o un superorganismo totalmente singular en el Universo
conocido, brindando las condiciones fundamentales para la supervivencia y
evolución de la vida y la consciencia. El bienestar de la humanidad depende
completamente de la salud ecológica de los ecosistemas de la Madre Tierra
(Gaia), por lo que la biodiversidad debe ser preservada como uno de los Derechos
Humanos más importantes. El agua y aire limpios son también Derechos Humanos
indispensables, por lo que los pueblos deben mostrar una gran preocupación para
proteger la vitalidad y sacralidad de la naturaleza. Esto significa evanescer
los patrones económicos del materialismo consumista que están causando la
devastación del medioambiente, agotando rápidamente los recursos naturales y
produciendo la sexta extinción masiva de especies en la historia del planeta. Pero
también las comunidades están siendo destruidas por la pobreza, padeciendo los
grandes sufrimientos sociales de la guerra, la injusticia, la ignorancia y la
contaminación. Estos son un peligro totalmente evitables, por lo que la
civilización contemporánea tiene el deber de realizar la Cura (Nirvana) de
estos males mundiales para así brindar una existencia sana y adecuada a las
generaciones presentes y futuras. La elección es clara: autodestruirse o
refundar la civilización global bajo valores comunitarios y ecológicos. Esta
necesaria transformación del estilo de vida es el desarrollo espiritual del ser
humano, practicando una forma de Conocimiento Cumbre (Satori) capaz de retornar
a la armonía con todos los seres vivos. El resurgimiento de la Espiritualidad
crea entonces una nueva oportunidad para fundar una Tierra Pura de características esencialmente democráticas,
humanitarias, sabias y compasivas. Así, frente a los enormes desafíos
políticos, económicos, culturales y medioambientales, se comprende que las
soluciones espirituales son las más abarcativas e integradoras. Sin embargo,
para lograr estas aspiraciones al Gran Despertar (Maha Bodhi) de toda la
humanidad, los pueblos deben elegir existir de acuerdo con un Sentido de
Propósito (Dharma), identificándose tanto con el prójimo como con la Madre
Tierra (Gaia) y el Cosmos. Por ello, las comunidades aborígenes y budistas han
sido un ejemplo para el mundo a lo largo de miles de años, siendo ciudadanos
globales y universales al asumir la responsabilidad con el bienestar de toda la
humanidad y la naturaleza. El Camino de la Espiritualidad Solidaria y
Reconciliadora desarrolla un estilo de vida afín con el medioambiente, existiendo
con humildad y apertura ante los misterios del Cosmos, lo cual favorece el
desarrollo social emergente basado en el fundamento ético del desapego y el
aprendizaje. De esta manera, en un acto de unidad y esperanza, se establecen
los siguientes Principios para conformar una civilización pacifista,
equitativa, culta y ecológica.
Principios
I.
Paz
Mundial
1.
Desarrollar todos los niveles de la democracia para que existan instituciones
transparentes en los gobiernos, además de fortalecer la participación directa
del pueblo en la toma de decisiones políticas, económicas y judiciales a nivel
local, regional y global. Se debe proteger los derechos a la libertad de
expresión, a la información y al medioambiente sano, eliminando el belicismo,
el fraude, la corrupción, la prostitución y el narcotráfico, en tanto conductas
nocivas que afectan a la comunidad humana y la naturaleza.
2. Mantener
un trato respetuoso hacia todos los seres vivos, considerando a los Derechos de
los Animales como forma de prevención directa de toda crueldad o daño producido
por la sociedad. Se debe proteger a las especies para evitar o interrumpir el
proceso de destrucción de la biodiversidad.
3. Alentar
una cultura de tolerancia, no-violencia y solidaridad, promoviendo el apoyo
mutuo entre los pueblos e implementando programas integrativos para prevenir y
resolver los conflictos. Se debe desarrollar un proceso de desmilitarización de
los países, eliminando las armas de destrucción masiva y empleando los recursos
presupuestarios armamentísticos en fines humanitarios y ecológicos. Pero
también significa reconocer que la paz es un proceso de rectitud y cuidado de
uno mismo, del prójimo y del medio ambiente.
II.
Justicia
Social
4. Evanescer
la pobreza como Cura (Nirvana) ética de la sociedad y el medioambiente,
asignando recursos internacionales de apoyo para que todos los pueblos tengan
acceso al agua y aire limpios junto con alimentos sanos y viviendas seguras. Se
deben reconocer y proteger a los pobres y oprimidos, ayudando a aquellos que
sufren para posibilitar el desarrollo de las capacidades ocultas de
autorrealización y autorrealización que son inherentes a todos los seres.
5.
Garantizar que las actividades de la economía sean justas y equitativas en
todos los niveles, promoviendo el desarrollo social y sustentable junto con la
redistribución del ingreso en todos los pueblos. Se debe asegurar que todas las
actividades comerciales nacionales o internacionales apoyen los derechos de los
trabajadores y del medioambiente, actuando con transparencia y responsabilidad
por el bien de la sociedad y de la Madre Tierra (Gaia).
6. Defender
la igualdad de género como forma de desarrollo social y sustentable, cumpliendo
con los derechos humanos de las mujeres y los niños para terminar con la
violencia hacia los más desprotegidos. Se debe hacer participar a la mujer en
la toma de decisiones políticas, económicas, culturales y medioambientales.
III.
Educación
Avanzada
7. Asegurar
el Derecho Humano al acceso a la educación avanzada, la no discriminación y un
entorno cultural que valora la dignidad inherente del ser humano y de la Madre
Tierra (Gaia), apoyando la salud física y espiritual de los pueblos. Se debe
eliminar la discriminación en todas sus formas, especialmente afirmando los Derechos
Espirituales de los pueblos aborígenes y las comunidades budistas, los cuales
son protectores de la humanidad y de la naturaleza, pues sus conocimientos y
prácticas conforman un estilo de vida pacífico y sustentable, que son los
requisitos necesarios para la creación de sociedades sanas y adecuadas.
8. Desarrollar
la educación para que acompañe todas las facetas del Camino de la vida del ser
humano, fortaleciendo sus habilidades propias y permitiendo la posibilidad de
integrar nuevos conocimientos y valores que son necesarios para un modo de vida
pacífico, solidario, culto y ecológico. Se debe brindar oportunidades de
educación formal y no-formal para todos los niños, adultos y ancianos,
capacitándolos en aprendizajes indispensables para contribuir a la
supervivencia y evolución de la humanidad y de la Madre Tierra (Gaia).
9. Impulsar
el desarrollo del arte, las ciencias humanistas y la ecología, intensificando
un proceso global de toma de consciencia acerca de los desafíos que afronta la
humanidad. Se debe reconocer la importancia de la ética y la Espiritualidad
como enseñanzas para implementar una vida sana, adecuada y sustentable,
intensificando los recursos afectivos, estéticos, intelectuales y sociales de
todas las familias, comunidades y pueblos.
IV.
Ecología
Integrativa
10. Respetar
la Madre Tierra (Gaia) como un superorganismo que sustenta las múltiples diversidades
del campo de la vida a través de una red de interdependencia e interexistencia
de la que forman parte los seres humanos y los animales, por lo que se deben
reconocer la dignidad inherente y el potencial evolutivo de todos los seres
vivos. Se debe cuidar a la Madre Tierra (Gaia) con sabiduría compasiva
(prajña-karuna), aceptando simultáneamente que los organismos tienen derechos a
no ser considerados como meros recursos naturales.
11. Afirmar
que los valores universales de la libertad, igualdad y fraternidad conllevan
una responsabilidad especial de la humanidad para promover el bien de todos los
pueblos y ecosistemas. Se debe entonces construir comunidades democráticas que desarrollen
plenamente los potenciales pacíficos, justos, cultos y ecológicos, promoviendo
la paz, la justicia social, el conocimiento y la sustentabilidad para que todos
los seres puedan alcanzar un modo de vida sano, responsable y despierto.
12.
Proteger y restaurar la belleza e integridad ecológica de la Madre Tierra
(Gaia), preservando su diversidad biológica para las generaciones presentes y
futuras, lo cual implica transmitir valores y tradiciones espirituales que
apoyan la prosperidad social y ecológica del mundo. Se debe implementar planes
de desarrollo social y sustentable que conserven y rehabiliten los ciclos
vitales de la naturaleza, salvaguardando los ecosistemas más importantes como
patrimonio sagrado de la humanidad y de la Madre Tierra (Gaia) frente al
peligro de la extinción y destrucción.
13.
Utilizar los recursos no-renovables, como los combustibles fósiles, únicamente
de un modo responsable, mesurado y no dañino para el medioambiente, tomando medidas
preventivas de posibles situaciones graves e irreversibles, pero también
tomando medidas de justicia ecológica cuando los daños ya han sido cometidos. Se
debe prevenir la contaminación ciudadana, industrial y militar, sancionando a
aquellos que incurren en estos actos contra la el bienestar espiritual de la
comunidad y la naturaleza.
14. Aplicar
patrones de producción económica y consumo material basados en los estándares
de la calidad de vida y que no interfieran con los Derechos Humanos ni tampoco con
los Derechos a la autorregeneración y autorregulación de la Madre Tierra (Gaia),
por lo que el reciclado de materiales y la utilización de energías renovables deben
ser política de Estado. Se debe desarrollar e implementar sistemas tecnológicos
sanos y sustentables, asegurando el acceso universal a un medioambiente adecuado.
15.
Transmitir conocimientos ecológicos a todos los pueblos, apoyando la práctica
de una ciencia responsable y sustentable que presta Atención Plena tanto a los
pueblos pobres y oprimidos como a los animales y ecosistemas. Se debe preservar
las tradiciones espirituales de sabiduría compasiva (prajña-karuna) que han
emergido en todas las culturas, pues son conocimientos sustentables que
aseguran el bienestar de la humanidad y de la Madre Tierra (Gaia), al mismo
tiempo que son de vital importancia para la Salvación y Evolución de la vida.
Medidas
A partir de
los cuatro principios de la paz mundial, justicia social, educación avanzada y
ecología integrativa, la Declaración
Universal de Derechos Ecológicos promueve las siguientes medidas colectivas
urgentes para hacer frente al Calentamiento Global de un modo adecuado,
ofreciendo a los pueblos del mundo un Propósito (Dharma) común que concientiza
acerca de la responsabilidad y deberes de la humanidad hacia el medioambiente y
la Madre Tierra (Gaia). En esta Declaración
Universal de Derechos Ecológicos se aseguran medidas progresistas de
carácter internacional para ser aplicadas por todos los pueblos.
1.
Reconocer
los Derechos Medioambientales como Derechos Humanos fundamentales y también
como interdependientes de la democracia.
2.
Reconocer
la Declaración Universal de Derechos de
la Madre Tierra con el fin de que la humanidad viva en armonía con la
naturaleza.
3.
Reconocer
al Ecocidio como quinto delito mundial junto con el genocidio, los crímenes de guerra, la limpieza
étnica y los crímenes contra la humanidad, afirmándose la necesidad de establecer un Tribunal Internacional de Justicia
Medioambiental.
4.
Reconocer
la teoría científica de que la Tierra es un planeta viviente o superorganismo
con capacidad de autorregulación, que sostiene a todos los seres vivos y
ecosistemas.
5.
Reconocer
la necesidad de reducir las emisiones de gases invernaderos sobre la base del
producto bruto interno de cada país.
6.
Reconocer
que los países más contaminantes deben indemnizar a los países menos
contaminantes.
7.
Reconocer
que los países que utilicen energías renovables y protejan sus bosques, océanos
y otros ecosistemas tendrán el derecho a quitas parciales o totales sobre sus
deudas externas.
8.
Reconocer
la necesidad de proteger la naturaleza por medio de la internacionalización de
los grandes ecosistemas como el Amazonas, los bosques de Canadá, la Taiga
Siberiana, los bosques de Estados Unidos, la Taiga escandinava y rusa, el Congo
basin, los bosques de México, los bosques tropicales de la Isla de Borneo, los
bosques tropicales de Nueva Guinea, y los bosques de Bulgaria y Rumania, entre
otros.
9.
Reconocer
los Derechos de los Animales, los cuales forman parte del sistema
interdependiente de la vida, como células del cuerpo terrestre, por lo que
discriminarlos y atacar su funcionamiento armónico causa un desequilibrio en la
integridad y equilibrio del campo holístico de la biosfera.
10. Reconocer la necesidad de crear un
fondo económico para ayudar a refugiados ambientales y víctimas de huracanes,
sequías y otros fenómenos asociados al calentamiento global.
11. Reconocer la necesidad de detener la
producción de ganado vacuno por la enorme emisión de gases de invernadero,
debiendo ser propiciado únicamente la producción láctea, el vegetarianismo y la
agricultura sustentable.
12. Reconocer la necesidad de alentar
programas de reforestación y repoblación de zonas rurales.
13. Reconocer la necesidad de desarrollar
tecnologías para convertir a los desechos humanos en energía utilizable.
14. Reconocer a las comunidades aborígenes
y budistas como ciudadanos globales y defensores de la Madre Tierra (Gaia).
15. Reconocer a la paz como un Derecho
Humano esencial, realizando un compromiso a eliminar ejércitos y reorientando
los gastos militares hacia la ecología, educación y salud.
16. Reconocer la importancia de prohibir
armas de destrucción masiva, sólo dejando un pequeño porcentaje bajo el
resguarde de Naciones Unidas para ser utilizado ante una eventual amenaza
proveniente del espacio exterior.
17. Reconocer la necesidad de eliminar el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas,
propiciando la democracia directa global de todos los pueblos del mundo.
18. Reconocer al materialismo como un mal
en el mundo, pues sus modelos políticos y económicos no traen armonía a la sociedad
y a la Madre Tierra (Gaia) al producir abuso, alteración y depredación.
19. Reconocer que todos los países que
incumplan con estas medidas deberán ser sancionados política, económica y
culturalmente, siguiendo los principios y normas generales del Derecho
Internacional Ambiental surgidos de los tratados, costumbres internacionales y
enseñanzas judiciales, donde figuran: principio
de responsabilidad de los países sobre sus recursos naturales para evitar daños
ambientales a sus propios habitantes; principios de
buena vecindad y de cooperación internacional para investigar, identificar,
notificar, consultar y evitar daños ambientales a otros países y sus habitantes; principio de acción preventiva de la
contaminación; principio de
precaución ante peligro de daño ambiental grave o irreversible sin necesidad de
esperar a pruebas científicas; principio
de obligación del Estado a indemnizar por daños ambientales ilegales o
improcedentes ante el derecho internacional cuando no sea posible reparar o
restablecer las circunstancias ambientales previas y cuando se demuestre
negligencia, responsabilidad objetiva y obligación incondicional del Estado;
principio de responsabilidad común de los
Estados para proteger el medioambiente aunque diferenciada por sus distintas
capacidades de desarrollo; y principio
del desarrollo sostenible que satisface las necesidades esenciales de los
pueblos presentes y futuros (equidad intergeneracional, uso adecuado de
recursos naturales e integración de medio ambiente y desarrollo).
La Vía hacia la Tierra Pura
El
calentamiento climático global está haciendo un llamado a la humanidad para que
se inicie una nueva civilización ecológica que ponga fin al ciclo de la
historia materialista. Tal transformación es lo que prometen los principios de
la Declaración Universal de Derechos
Ecológicos, asumiendo el compromiso de transmitir e implementar el
Propósito (Dharma) y los valores expuestos. El nacimiento de un nuevo mundo
libre y responsable requiere la transformación de la mente, las ideas y la
sociedad, aprendiendo un nuevo Sentido analítico, existencial y libertario que
se basa en la interdependencia entre todos los seres. Este desarrollo de un
nuevo estilo de vida es la visión de la Vía de la Espiritualidad Reconciliadora
para crear un mundo sustentable. Las tradiciones espirituales son la herencia
más preciada de la historia de todas las culturas, pues su único fin siempre ha
sido concretar la esperanza de un mundo mejor, una Tierra Pura o Reino de la
Rectitud. Por lo tanto, los pueblos deben profundizar y ampliar los
principios manifestados en la Declaración
Universal de Derechos Ecológicos, dado que toda la humanidad tiene mucho
que aprender en la búsqueda de la Verdad y la Sabiduría Compasiva
(Prajña-karuna). Los valores espirituales son el Camino que conduce hacia la
Salvación y Evolución de la vida, encontrando tanto la unidad en la diversidad
como la responsabilidad en la libertad. Esta meta utópica de una Tierra Pura debe ser iniciada en el
corazón vital de cada sujeto, familia y pueblo, pues no puede ser impuesta por
los gobiernos. De este modo, la Espiritualidad y la ciencia contemplativa están
ofreciendo un liderazgo ético y creativo que supera a cualquier gobierno o
empresa. Con el Propósito (Dharma) de crear una civilización planetaria
sustentable, los pueblos del mundo deben comprometerse con esta Declaración Universal de Derechos
Ecológicos, cumpliendo con sus obligaciones para el desarrollo del bien
común. Ante esta etapa de crisis global se debe responder con un proceso de
Despertar (Bodhi) de una nueva consciencia ante la vida, respetando la
sacralidad de la Madre Tierra (Gaia) con Amor, Hermandad, Verdad y Ecuanimidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario